La propuesta plantea la integración de la comunidad en su entorno paisajístico de una forma respetuosa con el terreno y con la cultura mediterránea. A través de la búsqueda de un equilibrio entre paisaje y arquitectura, se propone un desarrollo con criterios de sostenibilidad que aspira a la consonancia con el lugar.

La implantación se resuelve con una doble línea de viviendas que siguen de manera rigurosa el trazado de las curvas de nivel. Aprovechando la topografía acusada del terreno, se consigue también que la segunda línea se establezca siempre unos 6 metros por encima de la primera. Por lo tanto, el 100% de las viviendas goza, en su planta baja, de vistas panorámicas a este, sur u oeste.

Este principio de ordenación sitúa las viviendas a las cotas inferiores del proyecto para liberar los promontorios de cualquier edificación y concentrar allí la vida comunitaria del conjunto residencial. Coincidiendo con la línea de crestas, se define así un eje verde que conecta a modo de gran parque, las 3 parcelas con sus respectivas piscinas, terrazas, aéreas de juegos y estancias de encuentro y disfrute.

El coche se queda en sótano para transformar la calle en un largo paseo con carácter de jardín, el cual devuelve la dimensión peatonal al conjunto de la urbanización y permite el disfrute de los espacios comunitarios.