Arquitectura, melodías y ciudad conviven en el Palacio de Música de MéridaEn este centro cultural conviven el patrimonio musical y arquitectónico característico de la Península de Yucatán.
El Palacio de la Música de la ciudad de Mérida es un recinto que se encarga de proteger y difundir el patrimonio musical y arquitectónico de la península de Yucatán y de México en general. Fue resultado de la colaboración de cuatro oficinas de arquitectura: Alejandro Medina Arquitectura, Reyes Ríos + Larraín Arquitectos, Muñoz Arquitectos y Quesnel Arquitectos y tiene como propósito inicial mostrar el desarrollo y evolución de la música mexicana desde sus orígenes hasta la actualidad.
Fotografía de Cielito drone
En términos generales, el proyecto radica en la inserción meditada de un edificio contemporáneo en el corazón del segundo centro histórico y patrimonial más grande del país. Es también un ejemplo de articulación y diálogo entre la música y la arquitectura, ambas disciplinas y expresiones características de la sociedad yucateca. Como muestra de ello basta recordar la herencia de la arquitectura maya y el estilo neoindigenista así como numerosos músicos originarios del sureste mexicano.
Fotografía de Onis Luque
Por el lado del patrimonio musical, el programa arquitectónico incluye una sala de conciertos que funciona como sede de la Orquesta Filarmónica del Estado, una fonoteca que sirve como sede alterna a la ubicada en la Ciudad de México, 1,800 m2 en salas de exhibición y un archivo público.
Fotografía de Onis Luque
Fotografía de Onis Luque
En lo relativo a la arquitectura, el edificio se adapta a las alturas y geometría de las construcciones vecinas. Bajo la supervisión de instituciones gubernamentales, el equipo de arquitectos definió aspectos básicos tales como las proporciones de los volúmenes, la paleta de materiales y las vistas desde el interior.
Fotografía de Onis Luque
Tomando como referencia los patios al interior de los edificios cercanos, el Palacio de la Música reinterpreta el claustro para extenderlo hacia un nuevo andador peatonal y conectar el interior con el resto de la ciudad. A su vez, este gesto se potencializa con la apertura de un andador peatonal recién creado a través de la separación del nuevo inmueble respecto al templo adjunto.
Fotografía de Onis Luque
Este nuevo corredor es aprovechado para comunicar el callejón contiguo y de esa manera la manzana y la ciudad en su conjunto ganan mayor conectividad y espacio libre.
Más allá de la definición del programa es en este patio abierto, también llamado Patio de las cuerdas donde ocurre la interacción más clara entre arquitectura y música. Además de mostrar abiertamente su vocación cultural y apertura, es por medio de su geometría y paños curvos que se propician las condiciones acústicas ideales para que en él se ofrezcan conciertos en simultáneo a los de la sala interior.
Fotografía de Cielito drone
De manera paralela a la fachada interior del patio, el resto de las fachadas son más cerradas e introspectivas. Éstas conservan la masividad y contorno propios del contexto inmediato. Si el diseño del patio abierto posee una silueta curva que recuerda el carácter lúdico de la música, la segunda es una referencia literal a las cintas de una pianola cuya melodía pertenece al folclor popular.
Fotografía de Onis Luque
Fotografía de Onis Luque
Finalmente, en la terraza se ha creado otro espacio dedicado al reconocimiento público del patrimonio que circunda al edificio, desde donde se pueden apreciar las torres de otras iglesias insertas en el paisaje urbano de la ciudad mientras se escucha una balada, trova o serenata.
Alejandro Medina Arquitectura, Reyes Ríos + Larraín Arquitectos, Muñoz Arquitectos y Quesnel Arquitectos
Fotografías de Onnis Luque y Cielito drone
