En la intervención sobre las ruinas de la Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, en Berlín, Egon Eiermann supo conjugar los restos arquitectónicos conservados con la arquitectura moderna, en un sutil juego de formas y volúmenes, lleno de connotaciones simbólicas.
Egon Eiermann (1904-1970) es una de las figuras más sobresalientes de la arquitectura alemana de la segunda mitad del siglo XX. Su obra, claramente racionalista, destaca por la abstracción, con volúmenes rotundos y formas geométricas sencillas. Destacan, especialmente, el pabellón de la República Federal Alemana en el Exposición Universal de Bruselas (1958), realizado junto a Sep Ruf; la Embajada Alemana de Washington (1958-1964); el Bundestag de Bonn (1965-1969); el edificio IBM de Stuttgart (1967-1972); o el edificio Olivetti de Franckfurt (1968-1972). Su compromiso con la modernidad quedó patente en la actuación sobre los restos de la Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche (1959-1963), en Berlín, tras su destrucción en la Segunda Guerra Mundial.
Pabellón de la República Federal Alemana (1958), Bruselas. Egon Eiermann y Sep Ruf. Imagen: Heinrich Heidsersberger
Pabellón de la República Federal Alemana (1958), Bruselas. Egon Eiermann y Sep Ruf. Imagen: Heinrich Heidsersberger
La obstinación del ejército alemán ante la derrota inminente y su resistencia en el interior de las principales ciudades, hicieron que los ataques y bombardeos masivos de los aliados causaran daños irreparables en el patrimonio artístico alemán. La ciudad más castigada fue Berlín, donde la destrucción alcanzó cerca del 80% de su tejido urbano. La reconstrucción tras la guerra fue especialmente problemática debido a la división de la ciudad en cuatro sectores (1945), con la subsiguiente división en dos bloques (1949): el soviético y el capitalista, dramáticamente separados desde 1961 con la construcción de un muro.
A parte del panorama desolador, que presentaba una extrema dificultad a la hora de recuperar el patrimonio edificado, las tareas de reconstrucción fueron enfocadas como una terapia para ayudar a la amnesia colectiva y hacer olvidar a la población su pasado nazi. Los planteamientos partieron, pues, de dos premisas: la renovación, a partir de las estrategias planteadas por la modernidad, y la negación del pasado inmediato, borrando cualquier huella de la contienda.
En el caso de la Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, sólo se había conservado, en estado ruinoso, un 40% del edificio original, destacando la torre y algunas capillas laterales. Se trata de una iglesia conmemorativa por el Káiser Guillermo II, en memoria de su abuelo Guillermo I. El proyecto de estilo neorrománico fue desarrollado por el arquitecto Franz Heinrich Schwechten (1841-1924), destacando su volumetría y su perfil con cinco torres, la mayor con 113 m de altura. La primera piedra se colocó el 22 de marzo de 1891 y quedaba inaugurada el 1 de septiembre de 1895.
Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, Berlín. Franz Heinrich Schwechten. Imagen: Landesarchiv Berlín
Durante los bombardeos aéreos del 23 de noviembre de 1943, la iglesia se incendió, colapsando la estructura de la techumbre de la nave y cayendo la parte superior de la torre principal. Los daños se agravaron durante los bombardeos de 1945, quedando en estado de ruina durante años. Debido al peligro de colapso, ciertas estructuras, especialmente el coro, fueron demolidas en 1956.
Las bases del concurso de 1955 convocado para su reconstrucción no contemplaban la conservación de los restos patrimoniales. De hecho, el ganador del concurso, Egon Eiermann, no planteó en su propuesta el mantenimiento de los restos conservados. Su proyecto, elegido ganador en marzo de 1957, proponía la demolición completa de las ruinas y la nueva construcción de una iglesia y una capilla prismáticas, levantadas sobre un podio. El conjunto se completaba con dos esbeltas torres.
Propuesta para el concurso de la Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche. Egon Eiermann
Las críticas y protestas de los berlineses a la pérdida patrimonial, justificada como estrategia para borrar las cicatrices del pasado inmediato, motivaron la modificación del proyecto inicial. En la propuesta definitiva, Eiermann buscó la integración de los elementos patrimoniales más significativos conservados, en un nuevo templo de formalización moderna.
La nueva reconstrucción empleó una serie de edificaciones de planta centralizada para resolver las necesidades planteadas. La torre original se incorporó dentro del nuevo sistema compositivo, como un elemento más del conjunto, empleando una actitud crítica y respetuosa con la historia del monumento.
Propuesta definitiva para la Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche. Egon Eiermann
Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche durante su ejecución. Egon Eiermann. Imagen: Fritz P. Krueger
Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, Berlín. Egon Eiermann. Imagen: Horstheinz Neuendorff
El conjunto parroquial consta de cuatro piezas. En el lado oeste de la torre conservada se dispuso una iglesia de planta octogonal y un pequeño bloque prismático, donde se ubican las salas parroquiales; en el lado este se colocaron una capilla de planta rectangular y una torre campanario hexagonal. La nueva edificación se inició el 9 de mayo de 1959, consagrándose la iglesia el 17 de diciembre de 1961, aunque la capilla no se acabó hasta dos años después.
Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, Berlín. Egon Eiermann. Imagen: Shure
Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, Berlín. Egon Eiermann. Imagen: Kai-Uwe Heinrich
La simplicidad y la rotundidad geométrica de las edificaciones no compite con la arquitectura historicista conservada. El carácter neutro de las nuevas construcciones no resta protagonismo a los restos históricos, consolidados como ruina, donde se hacen visibles los efectos de la guerra. No se procedió a la reconstrucción, dejando palpable las cicatrices y faltas de los restos patrimoniales conservados.
Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, Berlín. Egon Eiermann. Imagen: Sergej Glanze
Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, Berlín. Egon Eiermann. Imagen: Citysam
Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, Berlín. Egon Eiermann. Imagen: Roland Rossner
Las nuevas construcciones se conforman mediante estructura metálica. Los cerramientos se componen de un armazón de acero donde se encastran piezas prefabricadas de hormigón, siguiendo una retícula. La piel, configurada como una tracería, se encuentra completamente acristalada mediante paneles de vidrieras de diferentes colores, aunque destaca la presencia del azul. Las más de 21.000 vidrieras fueron diseñadas por el artista francés Gabriel Loire.
Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, Berlín. Egon Eiermann. Imagen: Deutsche Gesellschaft für christliche Kunst
Diseño para las vidrieras de la Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, Berlín. Gabriel Loire. Imagen: Martin Germer
Los cerramientos se componen de dos capas diferenciadas, aunque ambos elementos se configuran de la misma forma. La separación entre capas es de algo más de dos metros y favorece el aislamiento acústico. En ese vacío se instalaron luminarias que permiten iluminar hacia el interior y hacia el exterior.
Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, Berlín. Egon Eiermann. Imagen: nightphotos.de
La iglesia se equipó con una pila bautismal de aluminio, llena de guijarros de mármol de Carrara, realizada por Becker Co., un órgano del taller Schuke, un crucifijo que rememora a los mártires protestantes bajo el régimen nazi, o una imagen de la Virgen de Stalingrado. Sobre el altar se suspende una figura de Cristo realizada, por el artista Karl Hemmeter, en una aleación de cobre y zinc, similar a latón, que se conoce como tombac.
Cristo Resucitado. Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, Berlín. Karl Hemmeter. Imagen: Roland Rossner
En el interior de la iglesia destaca el suelo de losas cerámicas vidriadas y sin vidriar, de formas circulares, con tamaños y colores diferentes, que introducen una enorme plasticidad en la gran superficie del solado. Las sillas, diseñadas también por Egon Eiermann, fueron comercializadas a partir de 1962 por la empresa Wilde+Spieth con el nombre de sillas SE 121, empleadas, por ejemplo, en la Embajada Alemana de Washington.
Detalle del solado, Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, Berlín. Egon Eiermann. Imagen: S. Angerhausen
Interior de la Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, Berlín. Egon Eiermann. Imagen: Florian Monheim
Mobiliario de la Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, Berlín. Egon Eiermann. Imagen: Smow
La capilla, con capacidad para 100 personas, se dedica a ceremonias más familiares, como bautizos y bodas. En este caso, la piel interior no repite el esquema exterior de panal de vidrieras, sino que se conforma como un cerramiento de vidrio transparente que permite ver la separación entre ambas capas. El vacío se transforma en un espacio ajardinado. El interior ha perdido el carácter sobrecogedor y místico de la luz azulada que las vidrieras transmiten dentro de la iglesia. En su lugar, la claridad genera un espacio sereno e íntimo.
Capilla de la Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, Berlín. Egon Eiermann. Imagen: dpa
Capilla de la Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, Berlín. Egon Eiermann. Imagen: Wüstenrot Stiftung/Stefan Maria Rother
Interior de la capilla de la Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, Berlín. Egon Eiermann. Imagen: adb
Por su parte, la torre de la edificación originaria conserva en su parte inferior un vestíbulo decorado con mosaicos. El espacio está consagrado como Sala de la Memoria, a la manera de un monumento a los caídos, donde se exponen datos e ilustraciones históricas de la antigua iglesia. Se trata de un alegato a favor de la paz y la reconciliación.
Esta intervención ha permanecido como una de las pocas actuaciones en Berlín que aún recuerdan los estragos de la guerra. Un empeño de que el pasado, y sus consecuencias, perduren en nuestra memoria.
Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche, Berlín. Imagen: Katharina Dorn