GRANDES MAESTROS

El arquitecto que amó Mallorca. Can Lis, en Porto Petro, de Jørn Utzon

Cuando a principios de los años setenta Jørn Utzon se estableció en Mallorca, construyó Can Lis a partir de unas profundas referencias a la arquitectura popular y las tradiciones constructivas locales, dando como resultado una obra atemporal, ejemplo paradigmático de la arquitectura residencial del siglo XX.

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Cuando a principios de los años setenta Jørn Utzon se estableció en Mallorca, construyó Can Lis a partir de unas profundas referencias a la arquitectura popular y las tradiciones constructivas locales, dando como resultado una obra atemporal, ejemplo paradigmático de la arquitectura residencial del siglo XX.


 




 



La obra del arquitecto danés Jørn Utzon (1918-2008) toma como fuente de inspiración multitud de referencias, desde la propia naturaleza y sus formas orgánicas, la construcción vernácula y los oficios tradicionales, hasta los grandes ejemplos de la arquitectura del pasado y de diferentes culturas, como los conjuntos mayas o los monasterios budistas, y arquitectos contemporáneos, como Alvar Aalto o Frank Lloyd Wright.



La arquitectura tradicional, los sistemas de construcción locales y el empleo de materiales propios de la zona, fueron los principios generadores del proyecto de la residencia que Utzon construiría en Porto Petro, en lo alto de un abrupto acantilado en la costa sur de Mallorca.





Sería en 1958 cuando el arquitecto, junto a su esposa Lis, viajaron por primera vez a la isla, para visitar la casa del arquitecto danés Erik Christian Sørensen (1922-2011). Tras la vorágine que le supuso ganar el concurso de la Ópera de Sídney (1956), y tras el laborioso desarrollo del proyecto, hasta su abandono en 1966, Utzon eligió Mallorca como lugar para establecerse.





Aunque inicialmente compró un terreno montañoso, donde posteriormente edificaría Can Feliz, no obtuvo permiso, en un primer momento, para construir en él. La alternativa fue la construcción de una vivienda frente al mar, ubicada sobre un acantilado de más de 20 metros, cercano a Porto Petro.







La casa, conocida como Can Lis, se edificó entre 1971 y 1972, gracias al contratista local Jaime Vidal. Entendiendo la casa como el marco donde se desarrollan los diferentes ritos familiares, el proyecto de la vivienda no buscó una forma concreta, sino una adición de espacios donde habitar, potenciando las características del lugar donde se inserta. El propio acantilado se entiende como basamento o podio sobre el que se alzan los pabellones que forman la vivienda.





La arquitectura aditiva que promueve Utzon genera una forma arquitectónica orgánica y abierta, resultado de la suma de sus diferentes componentes. Cada pieza se diseña según las demandas, los requerimientos funcionales, distributivos o climatológicos. Cada componente se relaciona con su entorno y las condiciones del lugar. Cada elemento encuentra su propia expresión dentro del conjunto. Resulta una arquitectura desligada de rígidas composiciones, dinámica, ampliable y fácilmente transformable.







La casa se conforma a partir de cinco pabellones que funcionan de manera casi autónoma, enlazados por espacios abiertos, vacíos, muros, patios y porches. La circulación entre los diferentes ámbitos se realiza a través de espacios exteriores intercomunicados de manera oblicua, nunca axial, con pasos quebrados y sin vistas cruzadas, aportando una secuencia espacial rica en situaciones cambiantes, largas perspectivas, rincones profundos en sombra y zonas luminosas semiabiertas o al aire libre.







En las estancias, los muros abocinados remarcan las visuales hacia el paisaje, nunca hacia estancias adyacentes o vistas laterales, consiguiendo que la visión lejana del cielo y el mar sea un componente más para la configuración de la casa. El propio abocinamiento crea la ilusión de muros masivos de gran espesor, rememorando la arquitectura popular. Un resquicio orientado a poniente introduce un rayo de luz en el interior, un reloj de sol que indica el paso del tiempo.





Gracias a su materialidad, Can Lis se muestra como una construcción tradicional, un edificio agrícola o una casa de campo. La piedra arenisca de Marés se emplea para la ejecución de los muros exteriores y los soportes, mientras que una arenisca de mayor densidad de Santanyí se utiliza para la construcción de los muros interiores, el solado, encimeras y estanterías.









Los techos muestran su construcción a base de viguetas prefabricadas autoportantes de hormigón y bovedillas cerámicas, mientras los dinteles de huecos y vanos quedan remarcados mediante las viguetas de hormigón armado que los posibilitan.







Las carpinterías de madera de pino mallorquín, sin particiones, se ocultan superponiéndolas a la cara exterior de los muros, para hacerlas desaparecer. Nada indica, en consecuencia, que haya límite entre el interior y el exterior.





En numerosos puntos el mobiliario es fijo, realizado directamente en obra. Destacan los asientos curvos recubiertos de azulejo y las grandes estanterías. Domina la imagen de la fábrica de piedra, su aparejo (en bloques de 40x20 cm), su color (entre dorado y rosáceo) y su textura, mostrando las huellas del corte. El material se muestra en toda su corporeidad.









Jørn Utzon vivió en Can Lis desde 1973 hasta 1994, momento en el que se traslada a Can Feliz, la nueva casa que se había construido en el interior de Mallorca, en una zona más montañosa, y donde estuvo habitando hasta una año antes de su muerte. La Fundación Utzon, creada en 2006 tras la apertura del Centro Utzon de Aalborg (Dinamarca), adquirió Can Lis en el año 2011.







Tras su restauración en 2012, con proyecto de la arquitecta Lise Juel, actualmente la edificación se destina a estancias temporales de artistas y arquitectos, permitiendo la visita y estancia corta de profesionales y estudiantes de arquitectura.





A pesar de su aspecto vinculado con la arquitectura vernácula, Can Lis es el resultado de un proyecto, en muchos aspectos, radical, porque como el propio Utzon comentó: “Un principio puro de adición implica una nueva forma arquitectónica, una nueva expresión, con las mismas características y los mismos efectos que se obtienen, por ejemplo, al añadir más árboles al bosque, más venados a una manada, más piedras a una playa […]. Al igual que un guante encaja en la mano, este juego responde a las demandas de nuestra época que aboga por una libertad en el diseño de edificios y un profundo deseo por huir de la vivienda en forma de caja de dimensión prefijada, subdividida en particiones al modo tradicional”.



Texto entrecomillado extraído de: FERRER FORÉS, Jaime J.: Jørn Utzon. Obras y proyectos. Barcelona, Gustavo Gili, 2006, pág. 245.



Fotografías de Torben Eskerod



https://www.canlis.dk/es/can-lis/



https://www.pedropegenaute.es/



 

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