GRANDES MAESTROS

En busca de la identidad irlandesa: la arquitectura de Michael Scott

Con la independencia de Irlanda, en 1922, el tradicional influjo británico sobre su arquitectura dará paso a un mayor aperturismo hacia las corrientes vanguardistas europeas. Una figura clave en este proceso es Michael Scott, cuyas referencias a la arquitectura nórdica y holandesa producirán algunos de los proyectos fundamentales para entender la arquitectura moderna irlandesa.

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Con la independencia de Irlanda, en 1922, el tradicional influjo británico sobre su arquitectura dará paso a un mayor aperturismo hacia las corrientes vanguardistas europeas. Una figura clave en este proceso es Michael Scott, cuyas referencias a la arquitectura nórdica y holandesa producirán algunos de los proyectos fundamentales para entender la arquitectura moderna irlandesa.


Michael John Scott (1905-1989) destacó inicialmente por sus dotes de actor. Su trabajo de aprendiz en el despacho dublinés de Jones & Kelly, entre 1923 y 1926, lo compaginó con sus estudios en la Abbey School of Acting. En 1927 abandona la actuación y se centra en la arquitectura, primero de manera independiente y, posteriormente en 1931, asociado con Norman D. Good. Sus primeros trabajos conjuntos, claramente modernos, son proyectos de hospitales.




Fotografía de IMMA



El Hospital de Tullamore (1934-1937) y el Hospital General de Portlaoise (1935) muestran relación con la arquitectura sueca y, especialmente, con la obra del holandés Willem Marinus Dudok (1884-1974). El estudio racional del programa, las circulaciones y la organización hospitalaria le lleva a proponer una estructuración volumétrica similar a la descomposición de la volumetría en los proyectos de Dudok.




Fotografía de IAA



Del año 1938, cuando crea el estudio independiente Michael Scott Architect, es el proyecto de su propia residencia, conocida como Geragh, ubicada en Sandycove, la Bahía de Dublín. La vivienda se localiza junto a la torre Martello, una atalaya costera construida durante las Guerras Napoleónicas, famosa por ser el lugar de arranque de la novela Ulises (Ulysses, 1922) de James Joyce (1882-1941).




Fotografía de IAA



Geragh es una de las pocas viviendas unifamiliares construidas en Estilo Internacional dentro de Irlanda. Casi como un manifiesto del Movimiento Moderno, la casa utiliza referencias de la arquitectura europea, con un rechazo claro a la decoración, grandes superficies acristaladas, la planta baja en gran parte abierta, con el volumen levantado sobre pilares o pilotis. La imagen náutica y las líneas aerodinámicas, de moda en ese momento, se observan en los muros curvos, la profusión de barandillas, el empleo de ventanas circulares o el escalonamiento de terrazas, casi como la cubierta de un trasatlántico.




Fotografía de IAA



El interior, dominado por el blanco, destaca por su luminosidad, gracias a grandes ventanas que conectan los espacios interiores con las terrazas adyacentes. El mobiliario utilizado muestra líneas sencillas y funcionales.




Fotografía de IAA



El encargo más importante de este periodo es, sin duda, el Pabellón Irlandés para la Feria Mundial de Nueva York, celebrada en 1939. El nuevo estado pretendía mostrar su modernidad y su carácter democrático con un pabellón que representara a la nación fuera del espacio designado al Imperio Británico. El encargo obligaba, además, a que fuese un edificio reconocible como claramente irlandés. Recurriendo al formalismo, Scott ideó una edificación con forma de trébol.




Fotografía de IAA



Más allá de esa imagen formal, sólo reconocible en planta y en una vista aérea desde un avión, el pabellón destaca por su carácter orgánico, con líneas fluidas y superficies curvas. Los espacios interiores sin aristas se perciben acogedores. La subdivisión en ámbitos diferenciados impide la contemplación simultánea de grandes aglomeraciones de visitantes.





El edificio se construyó en acero, hormigón y vidrio, remarcando la apuesta por una arquitectura moderna, ligera y transparente. La fachada ondulada y los muros lisos a penas dejan concesiones a los detalles decorativos. El color blanco de los cerramientos opacos tenía su contrapunto en el colorido de la bandera nacional, ondeante sobre tres esbeltos mástiles que delimitaban y cerraban el frente de la parcela. Esos mismos colores se empleaban en la entrada, en el verde de los soportes y el naranja de la cubierta que sujetaban, para identificar el punto de acceso al interior.




Fotografía de IMMA



El muro lateral, liso y ligeramente curvado, situado junto a uno de los viales principales de la Feria, se conforma como una pantalla donde identificar al pabellón. En la parte superior, ligeramente descentrado y con una sencilla tipografía diseñada por Eric Gill (1882-1940), se delinea el nombre del país, Ireland, duplicado por su sombra arrojada. A su horizontalidad, se opone la verticalidad de la escultura de Frederick Herkner (1902-1986), que representa a una joven saliendo del mar, como la madre Éire. El pedestal de la escultura acaba sobre un pequeño muro desde el que se alzan los mástiles de las banderas, cerrando el paso y reconduciendo al visitante hasta el camino de acceso.




Fotografía de IAA



Los muros cortina levantados en el perímetro de la edificación duplican las curvas generadoras de la planta a partir de la repetición de elementos de protección solar, dispuestos a intervalos. Si obviamos el simbolismo, algo torpe, del trébol, el pabellón sobresale por su racionalismo.




Fotografía de IAA



El vestíbulo principal de acceso contó con un mural pintado por Seán Keating (1889-1977), donde se mostraba un proyecto de gran envergadura para el país, la central hidroeléctrica de Ardnacrusha. El interior del pabellón se decoró, también, con pinturas de Maurice MacGonigal (1900-1979) donde se mostraban las contribuciones de Irlanda a la historia mundial, especialmente el desarrollo de los Estados Unidos y su vinculación con la emigración irlandesa.




Fotografía de IAA



El espacio interior conseguido era completamente moderno, sin reminiscencias a las tradiciones. La fluidez de las salas, gracias a sus cerramientos curvos, confluía en el corazón de la edificación, donde una escalera circular, muy escultórica, remarcaba el movimiento ascensional y la circulación perimetral a su alrededor.




Fotografía de IMMA



Tras la Segunda Guerra Mundial, se inicia una nueva etapa en la obra de Michael Scott caracterizada por un mayor enfoque estructural y el recurso a formas escultóricas en hormigón, gracias a la colaboración con el ingeniero danés Ove Arup (1895-1988). Destacan los proyectos desarrollados para la empresa de transporte Córas Iompair Éireann (CIÉ). En el caso del garaje para autobuses Donnybrook (1946-1951), la cubierta es una delgada cáscara de hormigón levantada sobre grandes vigas de canto apoyadas sobre pilares en los cerramientos de fachada, liberando todo el espacio interior.




Fotografía de IAA



Quizás su obra más significativa sea la Estación Central de Autobuses de Store Street en Dublín, y que es conocida como Busáras (1946-1953). La edificación fue planteada como una terminal de autobuses de largo recorrido, donde se localizaban las oficinas del personal de CIÉ. En el momento de su construcción surgió la polémica a causa de su proximidad con el edificio de la Aduana, proyectado en el siglo XVIII por el arquitecto James Gandon (1743-1823).




Fotografía de RIA



En el proyecto de Busáras participaron jóvenes arquitectos irlandeses que trabajaban en ese momento en el estudio de Scott, principalmente Wilfrid Cantwell, Kevin Fox, Patrick Hamilton o Kevin Roche, así como Robin Walker en el diseño del interior y el mobiliario.





El edificio se configura como dos bloques rectilíneos, uno de mayor envergadura que el otro, en cuyo encuentro en L surge un volumen curvo, a doble altura, coronado por una cubierta ondulada de hormigón. En un alarde estructural, la cubierta en voladizo, elevada sobre los siete metros de altura del vestíbulo, sale fuera al encuentro del usuario, como un caparazón protector.






Fotografías de ARUP



El entramado geométrico de las oficinas se ve enriquecido por el empleo de materiales, colores, texturas y acabados variados. Los revestimientos se realizaron en piedra blanca de Portland, ladrillo rojo (en planta primera), con detalles de azulejo, mosaico y madera, así como carpinterías en bronce.




Fotografía de IAA



Tras su finalización, el edificio de Busáras tuvo una enorme repercusión, consiguiendo la medalla de oro de la Trienal de Arquitectura del Royal Institute of the Architects of Ireland (RIAI) de 1955. Se trataba del primer edificio público de arquitectura moderna en el centro de Dublín, el triunfo de un nuevo lenguaje arquitectónico.




Fotografía de VisitDublin



Fotografías de Irish Architectural Archive IAA, Irish Museum of Modern Art IMMA, Royal Irish Academy RIA, ARUP y VisitDublin

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