Ha fallecido este domingo el ingeniero de caminos Claudio Gómez-Perretta, de 90 años de edad.
De origen segoviano, destacó por su gran labor en la Comunidad Valenciana.
Algunas de las más importantes intervenciones urbanísticas en la ciudad de Valencia llevan su firma y aportación: el primero, en los años 60, fue el “Plan Sur”, junto al arquitecto Fernando Martínez García-Ordoñez y el ingeniero de caminos Salvador Aznar Calabuig. Se trataba de un plan para mejorar y reordenar integralmente la ciudad de Valencia después del destrozo producido por la riada. Un proyecto de gran envergadura que preveía una profunda intervención sobre el transporte urbano.
Otra importante intervención, en los años 90 y junto con su hijo, el arquitecto Julio Gómez-Perretta de Mateo, fue la lucha por la llegada del AVE a Valencia con el trazado por Cuenca. Es el trazado que hoy permite a millones de valencianos comunicarse con Madrid, todos los días, en poco más de una hora y media.
En estos últimos años estaba trabajando en una tercera intervención, de enorme calado, que reúne profundos conocimientos sobre viabilidad y la capacidad creativa típica de Claudio: el Proyecto de Acceso Norte a Valencia.
Se trata de un enlace desde más allá del Polígono del Mediterráneo hasta una zona situada tras el jardín del Turia, con llegada directa al Puerto de la ciudad.
El primer tramo es una península que tiene como objetivo la regeneración de la playa norte, creando una bahía muy protegida de los vientos, y el descenso progresivo de todos los vehículos hasta desaparecer en un túnel submarino que emergería al sur del jardín del Turia. Se solucionaría así el acceso de los camiones y el ferrocarril al Puerto de Valencia.
Su gran capacidad de trabajo dejó otras muchas intervenciones, proyectos y obras. Personalmente, me gusta recordar la magnífica “Iglesia de los pescadores” de Javea, realizada junto con el arquitecto Fernando García Ordoñez.
He tenido la suerte de conocer personalmente a Claudio y siempre me ha sorprendido ver cómo cabían perfectamente en él una mente privilegiada, en constante ebullición, con una inquietud vivísima e incansable y una cercanía y ternura entrañable….siempre que nos encontrábamos, antes de explicarme, con energía y entusiasmo, sus últimos proyectos me preguntaba por mis hijos.
Grazie e arrivederci, Claudio.