Fotografía de portada de Chio FernándezEl auge de la plataforma de alquiler vacacional en Oporto
El fenómeno Airbnb (AirBed n’Breakfast), la plataforma digital que permite que usuarios alquilen sus viviendas de manera temporal, está suponiendo una transformación radical del mercado inmobiliario y turístico de las principales capitales europeas, todo ello en menos de 10 años.
Un nuevo mercado comunitario global ha surgido de la noche a la mañana. Oporto, inscrita en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, no solo no es una excepción a esta metamorfosis, sino que es una de las abanderadas. Hace escasos años el escenario era bien distinto en la ciudad, se buscaban con urgencia fórmulas para rehabilitar áreas completamente degradadas y abandonadas que, gracias al turismo, hoy lucen llenas de actividad.
Evolución del número de propiedades en la plataforma. Planos extraídos del libro "O Porto e a Airbnb" de José A. Rio Fernandes, Pedro Chamusca, Thiago Mendes e Luís Carvalho
Pero no todo es positivo, la ausencia de mecanismo de regulación de las administraciones y de una legislación adaptada a este nuevo mercado es responsable de que los núcleos históricos se estén alterando de manera descontrolada y sin la implicación de técnicos expertos con una visión de conjunto. Esta plataforma no solo ofrece un nuevo modo de experimentar un lugar como visitante, está suponiendo una revolución que afecta tanto a la escala más doméstica como a la configuración de la ciudad. En ciertos barrios del casco histórico el ratio llega a ser de un establecimiento turístico por cada dos residentes.
Plano con las propiedades de alquiler de Airbnb activas en Oporto en 2017. Imagen extraída de sabado.pt
Convertir las propiedades en alojamiento temporal se ha convertido en una fuente de lucro accesible a cualquier persona. En algunos casos, una pequeña renovación que adapte el uso, en otros, edificios nuevos proyectados para ese fin. Apenas unas fotografías con el ángulo correcto y una breve descripción son suficientes para acceder al mercado de Airbnb y captar al viajero aventurero.
Imagen extraída de nit.pt
El diseño juega un papel clave, usuario y propietario lo saben. Basta una búsqueda rápida en la web para percatarse de que un gran número de los espacios ofertados están recurriendo a la misma fórmula. En el caso de la ciudad portuguesa, paredes blancas, suelo en pino, muebles de Ikea, y algunos clichés estilísticos que hagan al visitante sentir que se sumerge en lo local. Románico, gótico, barroco, art Nouveau, modernismo, pos-modernismo y airbnbismo.
Casas burguesas de principios de siglo XX que ponen a prueba su versatilidad para adaptarse, el reto de alojar 12 apartamentos turísticos donde antaño habitaba una familia. Afloran los artículos con titulares como “Convierte tu casa en Alojamiento local con 15 consejos de diseño”, o similares recetas de arquitectura. Una gallina de huevos de oro que en este pasado 2020, como todo, ha sufrido. Oporto ha visto como su mercado de alquiler daba bandazos con subidas y bajadas descomunales en cuestión de semanas. Una inestabilidad nada previsible pero que pone en causa si los últimos años se está construyendo con alguna previsión a medio-largo plazo, o si estamos al servicio de un modelo de lucro cortoplacista. Si la ruptura del monopolio hotelero es definitiva, y esta nueva manera de viajar y de alojarse está aquí para quedarse, quizás sea necesario planificar con perspectiva urbana y con responsabilidad cómo la urbe puede admitir esta nueva tipología. Abrazar el progreso, pero promoviendo en simultáneo un debate sobre cómo se ve afectada la ciudad, sus habitantes, la cultura y la identidad.
Ilustración de Pedro Figueiredo extraída del libro "O Porto e a Airbnb" 
Ilustración de Pedro Figueiredo extraída del libro "O Porto e a Airbnb"
Paralelamente, la nueva plataforma ofrece la posibilidad de hospedarse en algunas de las obras de arquitectura más emblemáticas y pernoctar en insólitas localizaciones en las que vivir experiencias únicas, inaccesibles hasta ahora. Dos caras de una misma moneda.
Escrito por Cristina Pino desde OPORTO
Fotografía de portada de Chio Fernández
Ilustraciones de Pedro Figueiredo
