Dentro de la arquitectura radical austriaca de la década de 1960, sobresale la figura de Raimund Abraham, un arquitecto que centró su trabajo en el desarrollo de propuestas experimentales y teóricas, a partir del dibujo como medio primordial de expresión, en detrimento de la arquitectura construida y utilitaria.
Nacido en Lienz (Austria), Raimund Abraham (1933-2010) estudió en la Technische Hochschule de Graz. Durante los primeros años sesenta colaboró con Walter Pichler (1936-2012) en proyectos de arquitectura experimental inspirados en la era espacial. Sus propuestas parten de conceptos afines a los empleados por los metabolistas japoneses o grupos como Archigram, Haus-Rucker-Co, Superstudio o Archizoom. Se trata de artefactos autosuficientes, transportables y sostenibles que pueden ser implantados en nuevos territorios y nuevos mundos.
Fotografía de SFMOMA
Interesado por una arquitectura de corte radical, fuerte carga teórica y planteamientos utópicos, desde muy pronto renunció a construir. Sus formas ideales y sus estructuras urbanas imaginarias quedan plasmadas en dibujos arquitectónicos de enorme calidad gráfica que, en muchas ocasiones, han sido identificados como verdaderos “poemas visuales”. El dibujo, como principal medio de expresión, se enriquece con el empleo del collage y los fotomontajes, continuando con la experimentación gráfica iniciada en la década de los sesenta.
Fotografía de MOMA
Fotografía de Lebbeus Woods
En 1964 se estableció en Nueva York, apoyando su trabajo teórico con la docencia en la Cooper Union School, desde 1971. Siguiendo la tradición de la Escuela Vienesa, su arquitectura presenta un carácter claramente escultórico y monumental. Sus diseños se basan en las matemáticas y la geometría, proponiendo en cada planteamiento un conjunto de objetos modelo o prototipos universales. Sus formas se reducen a piezas elementales y rotundas, arquetipos arquitectónicos de reminiscencias arcaicas.
Fotografía de MOMA
La ciudad como campo de experimentación es una de sus obsesiones. Sus visiones arquitectónicas se basan en la máquina, no como inspiración estética sino, más bien, como potencial de la ingeniería, como posibilidad de crecimiento y expansión, como fuerza colonizadora, por ejemplo en Transplantation I (1964).
Fotografía de MOMA
En el proyecto Linear City (1964), la ciudad no se desarrolla verticalmente, sino que su crecimiento horizontal se extiende por el territorio de manera indefinida. En algunos casos, como Glacier City, su ubicación encajada en un angosto valle la hace desaparecer camuflada en el paisaje. Se trata de una ciudad subterránea, desvinculada de su entorno, protegida por un caparazón que capta la energía solar.
Fotografía de MOMA
En la propuesta Universal City (1966), una enorme megaestructura se extiende de manera ilimitada, en un crecimiento infinito que posibilitaría construcciones anulares rodeando la Tierra. Como valles artificiales, su aspecto ideal permite la inserción en cualquier lugar y su aplicación universal.
Fotografía de MOMA
En uno de sus dibujos, Universal City se muestra a través de una ventanilla, seguramente una nave espacial, desde donde el futuro habitante, caracterizado como astronauta, contempla la panorámica de la neociudad que se pierde en el horizonte. Como en muchas de sus representaciones gráficas, el paisaje es hostil y desértico, una visión extraplanetaria de un territorio árido identificado como un nuevo mundo donde asentarse.
Fotografía de MOMA
Las relaciones que establecen sus propuestas arquitectónicas con la tecnología aeroespacial, la influencia de los medios de comunicación de masas, especialmente el cine, en su género de ciencia ficción, el cómic o la publicidad, son obvias.
Fotografía de MOMA
Del mismo modo, es relevante la interconexión con otras manifestaciones y disciplinas artísticas de vanguardia, como el arte conceptual o la performance. Se puede citar el proyecto Silla-bisagra (Hinge-Chair, 1970-1971), donde se experimenta con el espacio, el tiempo, el movimiento, el mobiliario y el cuerpo del usuario, quedando patente, como en una secuencia de fotogramas para un stop motion, las transformaciones del objeto.
Fotografía de Lebbeus Woods
Durante los años setenta, la experimentación con la arquitectura residencial llevó a Raimund Abraham al desarrollo de un gran número de proyectos de casas donde manipuló la tipología de vivienda y el arquetipo de casa. El diseño de estas casas está basado en sus diferentes elementos constitutivos y elementos espaciales, explorando la relación que se establece entre el usuario y sus sensaciones, sentimientos, rituales cotidianos y ciclos naturales.
Fotografía de AZV
En su mayor parte, estas casas se ubican en lugares inventados, normalmente paisajes desolados, agrestes y áridos. Muchas de ellas se resuelven a partir de volúmenes prismáticos, mallas cúbicas tridimensionales o mediante la yuxtaposición de elementos arquitectónicos, como muros o escaleras.
Fotografía de AZV
En la Casa con cortinas (The House with Curtains Project, 1972), la vivienda se extiende bajo tierra y sobre el cielo, transmitiendo las contradicciones de la propia vida. La parte aérea de la casa se formaliza a partir de una retícula estructural abierta de carácter tectónico. El interior apenas se protege mediante un cerramiento textil, un “muro-cortina” vaporoso, en oposición al tratamiento cerrado de la parte inferior estereotómica y montañosa.
Fotografía de MOMA
Las cortinas que envuelven la rejilla cúbica de la casa se mueven en presencia del viento, cambiando la forma y el aspecto de la vivienda. La casa se percibe como una forma dinámica y cambiante, a ratos transparente y etérea.
Fotografía de AZV
Para la Casa sin habitaciones (The House without Rooms Project, 1974), la propuesta parte de un volumen escultórico de aspecto pétreo cuyo interior es tallado y perforado para hacerlo habitable. La roca, como nueva naturaleza artificial, se muestra geometrizada.
Fotografía de MOMA
Fotografía de AZV
Desde 1977, Abraham se interesó por Venecia y sus elementos configuradores, la laguna, los canales y los puentes, los efectos de la luz y las sombras, el agua y los reflejos. Como había hecho anteriormente Le Corbusier, realizó una propuesta para un hospital (1979) donde incorpora todos estos elementos sin caer en las referencias históricas.
Fotografía de MOMA
A partir de la década de 1980, Raimund Abraham, que ya había alcanzado reconocido prestigio gracias a sus proyectos teóricos, comienza a participar en concursos internacionales donde presentó propuestas que aspiraban a ser modelos ideales como respuesta a las situaciones planteadas. Destacan sus proyectos para la Times Tower (1984) de Nueva York, una iglesia ubicada en el muro de Berlín o el concurso para la reconstrucción del World Trade Center (2002).
Fotografía de MOMA
Fotografía de AZV
De su escasa obra construida, sobresale el Foro Cultural Austríaco (1992-2002) de Nueva York. El solar, ubicado en el Midtown de Manhattan, fue todo un reto para el desarrollo del proyecto, al poseer unas dimensiones de únicamente 7’5 metros de frente urbano y 25 metros de profundidad.
Fotografía de MOMA
La torre resultante alcanza los 85 metros de altura, resuelta a partir de un sencillo esquema en planta, con el núcleo de comunicación vertical y de servicios en la parte posterior de la parcela. Una serie de juegos y relaciones entre su sección y alzados establece la configuración formal definitiva del edificio.
Fotografía de David Plakke
La monotonía de la fachada queda rota gracias a su inclinación y a la disposición de cuerpos y volúmenes de formas variadas que se agrupan escalonadamente, con reminiscencia a la arquitectura postmoderna.
Fotografías de David Plakke
Para Raimund Abraham, construir no es la esencia de la arquitectura o su condición necesaria. Construir no es sólo edificar con hormigón y acero, también se puede construir con palabras y dibujos. Cada una de estas construcciones posee una realidad diferente y unos medios de expresión propios. De entre todas sus posibilidades, Abraham eligió, mayoritariamente, no-construir arquitectura.
Fotografías de The Museum of Modern Art MOMA, Architekturzentrum Wien AZW, Lebbeus Woods, David Plakke y San Francisco Museum of Modern Art SFMOMA