Una rebelión en contra de la ornamentación excesiva y sin sentido llevada a cabo por diferentes artistas, diseñadores y arquitectos de la época marca el punto final al Modernismo y el inicio a la Arquitectura Moderna.
Fue en el año 1902 cuando el artista inglés Walter Crane y su libro ‘Linea y forma’, remitió en contra de la excesiva decoración sin sentido, el Siglo XX despertó el interés de los arquitectos por el diseño en base a las formas geométricas más primitivas, el cuadrado y el círculo, y junto a ello, la conocida por todos, cuadratura del círculo.
Grandes arquitectos de la época se sumaron a esta reivindicación, como Groot, Otto Wagner, J.L. Mathieu Lauweriks o Peter Behrens, con esta nueva filosofía habían creído encontrar un punto de partida que iba más allá de los estilos, modas y tendencias individuales, que podía actuar como un regulador para la arquitectura moderna.
Para el arquitecto holandés Peter Behrens, el cual trabajó codo a codo con Lauweriks, era un camino que conducía hacia un nuevo y saneado neoclasicismo. En su primer proyecto Casa Obenauer de Saarbrücken, tras este nuevo cambio de tendencia, la planta de la edificación se diseñó a partir de la intersección de dos cuadrados, consiguiendo de esta manera diferentes particiones geométricas que resultarían como una perfecta distribución interior. Un proyecto que reflejaría la rotura con el Modernismo.
Adolf Loos, arquitecto austríaco pionero en esta tendencia geométrica con su proyecto Café Museum (1899), también conocido como ‘Café Nihilismus’, de decoración parca y elegante, fue el artífice de la publicación ‘Ornamento y Delito’. Creyente absoluto en que la ornamentación no aumenta la alegría vital ni de una obra de arte ni de un espacio arquitectónico.
Con la construcción de un edificio para la empresa Goldman&Salatsch, en la Michaelerplatz de la ciudad de Viena, Adolf Loos pudo aplicar por primera vez su creencia en la pureza formal. Una obra que produjo un revuelo inusual en los habitantes de la ciudad, tanto que cuando se retiraron los andamios la gente se quedó atónita y la prensa hacía comentarios sobre la exagerada falta de ornamentación. Intimados por el revuelo causado por la edificación, los empresarios propietarios pidieron un nuevo proyecto para su fachada, un diseño con grandes macetas de bronce que aparentemente calmó los ánimos.
A pesar de no ser uno de los primeros edificios con fachada lisa, su ubicación en un ambiente señorial marcó un antes y un después en la tendencia arquitectónica de la época y el inicio de la Arquitectura Moderna en toda Europa.