El complejo residencial Kowa, ubicado en la costa del extremo sur de una de las penínsulas de la Prefectura de Aichi, lleva a cabo la renovación de un lugar donde diferentes familias conviven en un espacio creado para la conexión
La construcción de complejos de viviendas en esta zona de la ciudad de Mihama comenzó en la década de los 50, y desde entonces, se ha enfrentando a muchos problemas, como el envejecimiento de la población, una importante disminución en el número de familias y el declive estructural, entre otros.
Uno de los deseos de la ciudad era resolver estos problemas mediante el apoyo a las familias con hijos que decidiesen mudarse a las afueras de la ciudad. Para ello, la firma de arquitectura Studio Velocity creó el proyecto Kowa, un complejo residencial con límites ambiguos entre territorio privado y territorio público creados mediante grandes techos capaces de cubrir tanto las callejuelas entre viviendas como los espacios interiores de cada hogar.
Para esta reconstrucción, se decidió crear un entorno adecuado tanto para familias con niños como para personas mayores. El complejo consta de un total de 10 edificaciones, cada una de ellas está rodeada por una cubierta de madera (enngawa) que da la bienvenida a los vecinos y conecta las calles con las salas de estar de las casas.
El objetivo principal del proyecto fue crear un entorno de conexión con viviendas abiertas hacia las cuatro direcciones. Un diseño de planta donde los espacios más privados como el baño y las habitaciones se centralizan y dejan el resto de los ambientes abiertos. Esto resulta en una vida interna desbordante, que a su vez lleva a los residentes a interactuar entre ellos, además de de usar el engawa como parte vital de la casa.
Tres meses después de la finalización del proyecto, el equipo de arquitectos de Studio Velocity visitó el lugar y se encontró con esta estampa: una mujer jugaba en el jardín con un bebé, el hijo del vecino; dos familias, compuestas por dos madres y tres niños de primaria, se reunían para almorzar juntas, mientras una de ellas pedía a su madre que llevase comida que ella había cocinado a otra familia vecina; en el callejón, debajo de la sombra de los grandes techos, dos mujeres hablaban y un niño montaba su pequeña bicicleta.
Sin duda, un resultado perfecto, donde el complejo ha formado una pequeña comunidad gracias a un diseño arquitectónico envolvente y abierto a la comunicación.
Escrito por María José Sanz desde YOKOHAMA
Fotografías de Studio Velocity