BDR Bureau transforma brillantemente una escuela de los años 60 en Turín. El proyecto elegante, alegre y atento a las necesidades del usuario, se adjudicó el premio “Joven Talento de la Arquitectura Italiana 2019”
En 2016, nacía el programa “Torino fa scuola” de la unión entre la investigación de la Fondazione Agnelli y la obra social de la Compagnia San Paolo, contando también con la colaboración del Ayuntamiento de Turín. El objetivo del proyecto era el de reflexionar sobre los ambientes de instrucción para mejorar tanto la funcionalidad de los centros, siguiendo nuevos modelos de didáctica, como el bienestar de quien vive y trabaja en la escuela, sin olvidar la integración de las generaciones futuras con la colectividad.
El programa consistía en una parte inicial de estudio sobre el estado de la enseñanza italiana y de análisis de los ejemplos más avanzados de educación actuales. La segunda fase del proyecto constaba en convocar un concurso arquitectónico con la finalidad de rehabilitar dos escuelas públicas de la ciudad de Turín. El propósito era convertir estos proyectos en prototipos para la modernización del patrimonio de escuelas del país, en gran parte caduco y con enormes problemas de mantenimiento.
El estudio previo al concurso reveló datos importantes sobre el estado de las escuelas italianas. Dos tercios de los edificios tienen más de 40 años y fueron construidos entre 1961-1975, periodo del “baby boom” itálico. Más concretamente, en la región Piamonte, la media de edad de las estructuras es de 64 años. Se deduce que el patrimonio escolástico es obsoleto, especialmente en tres aspectos principales: la seguridad, la sostenibilidad ambiental y la didáctica. Sin embargo, la mejor solución no es la construcción de nuevos centros sino la rehabilitación de estructuras existentes, sobretodo si consideramos que en 2030 las escuelas italianas tendrán un millón menos de alumnos. El caso más interesante es el proyecto realizado para la escuela Enrico Fermi, obra del estudio local BDR Bureau que se adjudicó el premio “Joven Talento de la Arquitectura Italiana” en 2019.
El equipamiento de 1965 fue re-inaugurado en septiembre de 2019. Este se sitúa en un barrio semi-periférico de la ciudad, entre la ex-zona industrial del Lingotto y el parque del río Po. BDR Bureau ha trabajado reconociendo las calidades del espacio existente e interviniendo a partir de la reorganización de estos espacios y la suma de nuevas estructuras. A nivel urbano, la propuesta de los arquitectos pasa por reordenar los accesos y jardines exteriores del edificio transformando la escuela en parte activa de la vida del barrio siguiendo los modelos de las “community schools”.
La antigua fachada trasera de la escuela se convierte en la nueva fachada principal, con una amplia zona verde de ingreso protegida del tráfico. En la planta baja del edificio, se ha remodelado el atrio que conecta con los espacios colectivos y de recreación: el gimnasio, la cafetería y la biblioteca que puede incluso convertirse en un pequeño auditorio. De esta forma, el área de actividades se extiende al exterior y funciona como un centro cívico del distrito.
El gran tema del proyecto es la nueva piel rosa del edificio que está formada por una estructura de acero anexionada a la fachada existente. Esta construye una serie de terrazas que permiten extender las funciones educativas hacia al exterior y configuran nuevos espacios de conexión. La estructura modular enmarca y añade ritmo en la nueva fachada. Una red metálica cierra por seguridad las terrazas y enfatiza la permeabilidad visual y la relación interior-exterior. El elemento compositivo del marco se repite también en las otras fachadas, donde se ha aplicado un acabado realizado con yeso de diferentes granulometrías para proporcionar profundidad.
Las labores educativas se organizan en clusters formados por zonas de armarios, aulas y espacios de aprendizaje informal. El cluster es un sistema articulado en el que el espacio común ejerce como conector entre las varias actividades. Existe siempre una relación visual y de transparencia entre el ambiente colectivo, las aulas y el exterior mediante grandes ventanales. Las clases también pueden ampliar las tareas lúdicas y didácticas hacia el exterior utilizando las terrazas, siguiendo como referencia las escuelas experimentales “plein air” de los años 30.
Escrito por Aina Pérez i Verge desde TURÍN
Fotografías de Simone Bossi