La construcción de los Mercados de Trajano se atribuye tradicionalmente al mismo arquitecto del Foro, Apolodoro de Damasco. Se trata de un conjunto de edificios romanos de ladrillo en el corazón de la ciudad antigua en Roma. Se proyectó un complejo sistema en seis alturas para sostener y regularizar el corte realizado en las colinas del Quirinal.
Se cree que debieron constituir una especie de centro plurifuncional en el que se desarrollaban actividades públicas, administrativas, como apoyo al Foro. La presencia de numerosos espacios abiertos al espacio central en la entrada del monumento, como “tabernae” o tiendas de los romanos, no significa que el edificio fuese estrictamente comercial ya que su distribución y articulación interna hacen factible plantear su uso como oficinas o archivos.
Tras el declive del Imperio Romano familias nobles de la ciudad tomaron posesión de los distintos edificios fraccionando su propiedad, los Mercados de Trajano se convirtieron en el poderoso Castillo de las Milicias. Pasó a manos del Papa Bonifacio VIII en el año 1300 en las que estuvo poco tiempo pues en 1312 el emperador Arrigo VII estableció en él su cuartel general.
En 1574 el papa Pío V asignó el área al convento de Santa Catalina de Siena. La construcción de éste transformó radicalmente los edificios antiguos, modificando la organización espacial y las relaciones internas y externas. Tras el nombramiento de Roma como capital italiana en 1885 se alejó el convento para favorecer su uso como cuartel de Goffredo Mameli.
Entre los años 1926 y 1943 se realizaron excavaciones de “descubrimiento y aislamiento del Mercado de Trajano” propulsadas por la Gobernación. Casi todas las modificaciones y anexiones realizadas a lo largo de los siglos fueron eliminadas dejando al desnudo la arquitectura romana original, se interpretó todo el complejo como comercial y las estructuras ausentes fueron reconstruidas con grandes integraciones.
Tras la II Guerra Mundial, los Mercados de Trajano vivieron un período de abandono mientras la situación urbanística y medioambiental cambiaba, se construyeron nuevos ejes viarios que convirtieron las ruinas en mero telón de fondo, con aumento progresivo de afección por contaminación.
A partir de 1980 aumenta la sensibilización hacia el patrimonio romano y se reactiva la financiación, acometiendo trabajos de restauración, recuperación y funcionalidad del complejo para convertirlo en sede permanente de Museo de los Foros Imperiales.
Es en 2004 cuando se pone en marcha la mayor intervención llevada a cabo hasta el momento, se inician las tareas de restauración y resistencia sísmica del complejo. El objeto de ésta fue aprovechar al máximo el monumento romano conservando su legibilidad y ofrecer a los visitantes una percepción real del volumen y complejidad constructiva de los edificios, recomponiendo tramos arquitectónicos y recurriendo en algunos casos a reconstrucciones multimedia.
Se realizó una restauración conservadora, manteniendo inalterado el monumento en la medida de lo posible, esto supuso enfrentarse a problemas de adecuación de difícil resolución, como dar respuesta al cierre de la Gran Ala en su frente principal, la solución que se propuso consistió en un sistema modular de grandes piezas de polimetilmetracrilato que se realizó con máximo respeto hacia la integridad del edificio. También se acometieron trabajos de estabilización estática frente a sismo.
Se resolvieron las conexiones verticales entre los seis niveles instalando un ascensor oleodinámico y una plataforma elevadora en distintos puntos estratégicos, apoyados en estructuras de muros originales. Todo el recorrido exterior se rehabilitó haciéndolo más accesible y nuevamente permeable a la ciudad. Un sistema de pasarelas y rampas de madera y hierro que procuran un recorrido museístico continuo.
© Fotos Carlos Zeballos
© Planos "Museo de los Foros Imperiales"