Fotografía de Alejandro ArangoRem Koolhaas define la arquitectura como “una aventura caótica” y al estudiar la Casa Amaluna el usuario puede sentir estas palabras, pues cada espacio se convierte en una experiencia fascinante y única. La implementación de diferentes conceptos y operaciones arquitectónicas no usadas frecuentemente en la arquitectura residencial hace de esta casa un proyecto excepcional y digno de exaltación
Podríamos preguntarnos al ver diferentes proyectos tan desiguales entre sí y parecidos a la vez: ¿qué es la arquitectura?, ¿qué se puede considerar como arquitectura?, ¿cómo debería ejercerse este arte? Tantas incógnitas que se han respondido desde muchas disciplinas; sin embargo, traigo a colación debido a su simplicidad y certeza la frase de Rem Koolhaas -arquitecto, urbanista, teórico y escritor-: “La arquitectura es… una aventura caótica”; definición que alberga mucho más de lo a simple vista se lee, pues en ella se reflejan las muchas decisiones que se deben tomar durante el ejercicio de ésta, los muchos aciertos, las muchas otras correcciones, las expectativas y la visión profesional, los referentes y la innovación, entre muchas otras. En general, hay cientos de formas con las cuales aproximarse a un proyecto, pero son la serie de lineamientos aplicados los que plasman el resultado final que en algunos casos merecen la exaltación y en otros ser olvidados.
La Casa Amaluna nace de la búsqueda del diseño y la construcción de una vivienda unifamiliar en el sector de Las Palmas, Medellín. El resultado pudo haber sido una casa tradicional Antioqueña o un contenedor con algunas extracciones y adicciones. Empero, el estudio de arquitectura Plan:B decidió darle una oportunidad al azar y a la fragmentación; definir parámetros, pero a la vez jugar con volúmenes que posan ergonómicamente sobre el terreno sin alterarlo y con posición aleatoria.
El proyecto resulta de la disposición de un extenso programa arquitectónico en once piezas -ocho de un piso y tres de dos- las cuales se conectan por medio de un pasillo que va en dirección este-oeste, unificado por el vestíbulo, los jardines y las terrazas. El corredor, a su vez, alberga espacios de reposo en medio de sus expansiones horizontales, al igual que espacios verdes iluminados por medio de tragaluces. La composición general de la casa hace que la experiencia del usuario sea lúdica, debido a que cada área espera a ser descubierta y disfrutada con sus propios atributos -dimensiones, materialidad, altura, forma-, y no simplemente ser utilizada, promoviendo la diversidad y la expectativa, en lugar de la tipificación y lo esperado.
Se puede llegar a la casa por medio de dos vías. La principal corresponde a una calle que empata con la cota cero del proyecto, en la cual los vehículos llegan a una gran glorieta que enlaza con los escalones que dirigen al acceso por medio del vestíbulo. La vía secundaria destina a la fachada posterior y se ubica en un nivel inferior, generando un sótano en el cual se adecúa un parqueadero cubierto, que conecta con la zona de servicios.
Sobre la fachada principal, se distribuyeron las diferentes habitaciones y la sala, espacios desde los cuales se pueden contemplar las montañas. En la cara opuesta -costado norte, evitando el sol directo en la tarde-, se encuentra la cocina y las demás áreas de servicio, al igual que un estudio de grabación. En el suroccidente del conjunto se implantó un volumen separado de la composición principal, el cual resalta entre otras características, por su acogedora cubierta, la cual alberga un espejo de agua, que rodea una zona de descanso con fogata. En este volumen se encuentra el gimnasio y un cuarto de invitados.
Cada componente es irregular y cuenta con luz cenital pensada para cada zona según su uso y el espacio interior, permitiendo una mayor permeabilidad e iluminación y ventilación natural. Asimismo, la mayoría de las áreas cuentan con ventanas de importantes dimensiones, que a su vez permiten la contemplación del entorno sublime. Éstas se implementan con doble vidrio, generando que la cámara de aire -junto con el piso de radiación- brinde al usuario confort térmico y acústico.
Los materiales utilizados en las diferentes caras del proyecto fueron paneles de acero en color grafito, concreto a la vista fundido en sitio y enchape en piedra pizzara. La firma Del Valle Studio, se encargó del diseño interior y de la selección del mobiliario, implementando la inteligencia modular que explora la arquitectura de vivienda fragmentada. Los diferentes colores y texturas utilizados crea un concepto monocromático y de diferentes rugosidades, resaltando el juego de los volúmenes.
La Casa Amaluna es “una aventura caótica” bien lograda y por ello fascinante. Es un proyecto que sale de lo común y se arriesga a implementar diferentes conceptos y operaciones arquitectónicas que convierte la arquitectura residencial, en una obra de arte que te invita a gritos explorarla.
Plan:B Arquitectos
Escrito por María Carla Flórez Jiménez desde BOGOTÁ D.C.
Fotografías de Alejandro Arango
