El estudio de arquitectura e ingeniería IDOM, encabezado por Javier Pérez Uribarri y Federico Pardos Auber, fueron los encargados de llevar a cabo un desafiante proyecto puesto en marcha por el Gobierno de Senegal, financiado por el Banco Mundial, para mejorar las infraestructuras de algunas universidades del país, entre ellas la Universidad de Alioune Diop, en Bambey, a 120 km al oeste de Dakar.
El proyecto incluye nuevas salas de conferencias de diferentes dimensiones, con capacidad para 50 y 100 estudiantes, así como una de mayor aforo que cuenta con un total de 500 asientos, además de laboratorios, salas de informática y oficinas para el claustro de profesores, alcanzando unos 4.200 m2 construidos en una parcela de 11.500 m2.
El objetivo del proyecto era diseñar un edificio que respondiese tanto al lugar, a la climatología adversa de la zona de Sahel, con temperaturas diurnas entre 35 y 45ºC, 10 meses de absoluta sequía seguidos de otros 2 de lluvias torrenciales, como a la ausencia de instalaciones urbanas, de abastecimiento de agua potable y energía, de saneamiento, etc. Así mismo, se pretendía incluir el componente social en su concepción, teniendo en cuenta la ausencia de mano de obra local especializada.
Por todo ello, se concibe un edificio con un esquema muy sencillo, tipo dosel, con una gran cubierta a modo de toldo, de copa de árbol, que proporciona sombra a los volúmenes que albergan el programa, que se disponen debajo, distribuidos en cajas en dos niveles.
Las circulaciones se realizan por un corredor exterior que recorre longitudinalmente el edificio en los dos niveles de la fachada norte, protegido por el potente vuelo de 10 m de la cubierta inclinada en esta dirección, y por una galería situada en la banda sur, entre el cerramiento exterior y las cajas que albergan el programa. La distancia entre las mismas proporciona zonas de encuentro y conexión entre ambos corredores, donde se sitúan los accesos a las distintas estancias. Al nivel superior se puede acceder también desde una escalera exterior y una larguísima rampa que adquiere una gran presencia en la imagen del conjunto.
En la fachada norte se abre un gran número de ventanas, todas iguales, de corte vertical, que iluminan y ventilan los espacios interiores.
La fachada sur, protegida también por el vuelo de la cubierta, que proyecta sombra sobre la misma, pero de menor porte que en el caso anterior, dispone en este caso de un cerramiento compuesto por una original celosía.
Está construida con una pieza de hormigón diseñada para el proyecto. Unos moldes de acero inoxidable permiten crear un encofrado donde los trabajadores locales ejecutaron un total de 20.000 piezas de hormigón realizadas in situ, secadas a la intemperie.
Esta piel de 2.000 m2 de superficie es la imagen identificativa del edificio, además de tener la función proteger los espacios interiores de la incidencia directa del sol, proporcionando a su vez la suficiente calidad de luz natural.
En la parte interior de la celosía encontramos el corredor de circulación sur, quedando los espacios útiles retranqueados, de forma que se crea una galería ventilada que permite reducir hasta 10ºC la temperatura respecto a la exterior, gracias al efecto venturi creado con la disposición de la cubierta de doble piel superior, cuya inclinación favorece que el aire caliente interior fluya hacia arriba, disipando de ese modo una gran cantidad de calor.
La cubierta está compuesta por una estructura metálica, con un doble cerramiento, un panel sándwich de metal y aislamiento en la parte superior y un falso techo descolgado de fibras minerales. La estructura vista se pinta con llamativos tonos que ponen la nota de color en el edificio, rompiendo la neutralidad del conjunto.
El proyecto dispone un sistema de tratamiento fitosanitario de agua, incorporando balsas de infiltración y recolección del agua de lluvia, que abastece al edificio. Además, dispone de un sistema de purificación de lodos activados para el agua residual, que también es acumulada en las mismas balsas tras ser purificada. Éstas se encuentran junto a la fachada sur, creando una circulación a modo de meandro natural.
Se favorece el crecimiento de vegetación autóctona, para no aumentar la demanda de agua del edificio. Así mismo, en los intersticios de la celosía se planta citronela para minimizar la presencia de mosquitos.
IDOM
Imágenes: Francesco Pinton