El buen diseño capacita, el mal diseño discapacita. Buenas prácticas en arquitectura y urbanismo
Al nombrar el término accesibilidad, en la mayoría de los casos se relaciona a personas con movilidad reducida. Sin embargo, hay que tener una visión más abierta del término, ya que es un derecho de todos disfrutar de un entorno accesible, para que los ciudadanos puedan hacer uso de los servicios y productos de manera autónoma, independientemente de su condición física.
Para ello, la arquitectura debe plantear el entorno de ciudades y edificio desde un diseño para todos. Actualmente, la Ley de Propiedad Horizontal establece que “la seguridad y accesibilidad universal deben ser garantizadas en los inmuebles de las viviendas para esas personas que lo necesiten.”
Pero el papel de la arquitectura en la accesibilidad va más allá de acoplarse al marco normativo. Se trata de una responsabilidad a la hora de diseñar el entorno para todos.
Existe gran cantidad de soluciones de accesibilidad. En relación con la condición física de las personas, la resolución de un problema derivado de la comunicación vertical de una escalera exclusiva se podría resolver con una silla salvaescaleras. Las sillas salvaescaleras son una solución cada vez más elegida para mejorar la configuración de los espacios arquitectónicos
Pero, ¿cómo elegir un salvaescaleras u otro? Primero hay que tener en cuenta el tipo de edificio o entorno. ¿Se trata de un espacio privado o público? ¿Es para interior o exterior? En segundo lugar, entran en juego las necesidades de los usuarios: su grado de movilidad, su autonomía… En tercer lugar, hay que tener en cuenta que, por ejemplo, si es para un lugar público, el número de usuarios será elevado, por lo tanto, el desgaste y carga serán mayores. Para acabar, se deben acoplar al marco normativo de cada municipio.
La arquitectura puede garantizar el derecho de la accesibilidad en el entorno público, viviendas, ciudades, locales, hoteles, restaurantes, aeropuertos… Dotando así, de igualdad de oportunidades a las personas.
Diseñar un entorno o un edificio, en base al ciudadano medio como referencia, comporta la discriminación de muchas personas con discapacidad, favoreciendo su exclusión. Su referencia debería ser responder las necesidades de las personas con limitación funcional y generar un entorno inclusivo.
Gracias a la arquitectura, podemos mejorar esas pequeñas cosas del día a día que ayudarán a mejorar la calidad de las personas. Si en la arquitectura, los proyectos de rehabilitación de viviendas, urbanísticos, construcción de edificios, espacios públicos, etc… solucionan los problemas de accesibilidad, conseguiremos una sociedad apta para todos.