Arquitectura vinícola en movimiento La Bodega Delas Frères en Tain l’Hermitage, en el valle del Ródano, en el sureste de Francia, diseñada por Carl Fredrik Svenstedt Architects, aúna tradición y modernidad en la concepción de los espacios del conjunto vinícola y en la elección y uso de los materiales.
El proyecto, situado en el corazón del pueblo, sobre las laderas aterrazadas repletas de viñedos, incluye no solo la bodega, sino que cuenta con una tienda de vinos y una casa de huéspedes para alojar a los visitantes.
Se trata de 3 edificios independientes que se organizan en la parcela dispuestos en forma de U, en torno a un jardín, aprovechando la existencia de una antigua casa solariega.
El edificio preexistente es rehabilitado y transformado para dar cabida al programa de la casa de huéspedes, que incluye, además de las correspondientes habitaciones, un restaurante y salas donde disfrutar de la cata y degustación de los vinos del lugar, además de una bodega situada en la parte inferior donde se ubica la colección histórica de botellas.
El edificio estrella del complejo es la bodega, situada en uno de los laterales de la casa solariega. Se trata de un bloque lineal que alberga las diferentes salas de barricas y la enoteca, que destaca en el conjunto por una singular y llamativa fachada curva de gran dinamismo, cuyas ondas recorren los 80 m de longitud.
El movimiento no sólo se percibe desde el jardín exterior, sino también desde la banda principal de circulación, situada en paralelo a la fachada, recorrida por rampas que permiten disfrutar del sinuoso cerramiento a lo largo de sus 7 m de altura, a la vez que de las salas de barricas, situadas en la banda paralela a la fachada opuesta, conectadas visualmente con una superficie de vidrio.
El recorrido termina en una terraza transitable que ejerce de mirador desde el cual disfrutar de las vistas de los viñedos circundantes.
La grácil apariencia de esta sinuosa piel contrasta con la solidez de su materialidad. Está construida con bloques de piedra macizos, de 50 cm de espesor, procedentes de canteras locales, piedra Estailla, tallados con la ayuda de un robot y montados con medios tradicionales por una familia de canteros.
Se trata por tanto no sólo de un cerramiento, sino de un muro portante, que descansa sobre los cimientos y reforzado con cables de acero inoxidable.
La economía de medios fue una de las premisas del proyecto, por lo que se optó por la talla digitalizada para conseguir un mínimo desperdicio de material, que fue además convertido en grava utilizada para el pavimento del jardín central del complejo.
Además, esta piedra porosa fue escogida por proporcionar unas condiciones higrotérmicas en los espacios interiores perfectas para la elaboración del vino, gracias a su gran inercia térmica.
Además, es capaz de desviar, gracias a su color claro, la luz procedente del techo de vidrio que cubre la galería de visitantes, sin que entre en las salas de tanques y barriles, donde sería perjudicial para el vino.
La tienda, situada en el lado de la parcela opuesto a la bodega, apuesta por la continuidad material, pero reinterpretando las formas, que se adaptan ahora a líneas más rectas, más, sobrias, dando paso a un cerramiento más permeable, con grandes superficies acristaladas que permiten disfrutar de las vistas del jardín cercano desde el interior.
El pabellón, un sencillo volumen prismático, destaca por presentar una mordedura circular en el lado contiguo al jardín, dando cabida a un árbol de gran porte preexistente, mostrando con ese guiño el máximo respeto por el lugar, aprovechando la sombra del árbol para ubicar la entrada al edificio.
Carl Fredrik Svenstedt Architects
Imágenes de Dan Glasser
