La clínica dental SDC roza el mito con un espacio que alienta a los pacientes a ir y quedarse por algo más que su cita dental. Gracias al diseño del estudio de arquitectura Takeru Shoji Architects, este lugar brinda a los usuarios de abundantes y agradables formas de pasar tiempo antes y después de su visita
El proyecto se encuentra en la población de Akiba, prefectura de Niigata (Japón), en un barrio residencial que cuenta con guardería, colegio de primaria y secundaria.
Bajo este contexto, Takeru Shoji Architects diseñó, junto a los propietarios, un nuevo tipo de clínica donde los padres y madres con niños fuesen a pasar un tiempo agradable en un ambiente que consigue que todos se sientan como en casa.
La Clínica dental SDC incorpora espacio de guardería, librería y varios ambientes de espera interiores y exteriores, como si de un parque se tratase, convirtiendo la visita al dentista, no solo en un momento más agradable, sino más cómodo para sus pacientes.
La edificación está compuesta por una estructura de madera de dos plantas, donde el espacio de la clínica se encuentra en la planta baja, mientras que la primera planta es un espacio privado para el personal.
En la planta baja podemos encontrar la sala de esterilización, Rayos-X, el almacenamiento de registros médicos y el espacio de aseo situado en el centro del edificio actuando como núcleo de distribución y circulación.
El proyecto goza de un diseño que desdibuja el límite entre el interior y el exterior, gracias a muros perimetrales construidos enteramente en vidrio y un pavimento uniforme que se extiende de la terraza hacia adentro, elementos que funcionan de transición para unir la envolvente construida y el entorno natural exterior.
Un diseño interior que apuesta por la sencillez y deja al descubierto la morfología de las plantas que conforman la edificación. Madera, hormigón y vidrio como materiales puros protagonizan el ambiente, con un juego de colores que, aunque contrarios, apuestan por la calidez.
Como protección, una cubierta negra a modo de “sombrero” forma arcos alrededor de la periferia de la clínica. Esta cubierta crea un territorio vago entre el interior y el exterior que media y protege el edificio de la dureza climatológica de la zona, como la nieve, la lluvia, la radiación solar de verano y los vientos del noroeste del invierno que soplan desde la montaña Yahiko. Además, este espacio intermedio, tiene la cualidad de proporcionar privacidad a las personas en las salas de espera y examen, al tiempo que les permite disfrutar libremente del cambio natural de las cuatro estaciones de la vegetación circundante.
Sin duda, un proyecto que busca humanizar los espacios médicos a través de una arquitectura y diseño sensorial.
Escrito por María José Sanz desde YOKOHAMA
Fotografía de Koji Fujii (Nacasa & Partners)