El estudio de diseño y arquitectura belga Graux&Baeyens asombran con este magnífico proyecto donde la estética, el uso y la historia del espacio se mantienen en un perfecto equilibrio.
El estudio de arquitectura y diseño Graux&Baeyens Architecten ha realizado en diseño de un loft a partir de la transformación de un antiguo almacén cerca de la ciudad belga de Cortrique, una casa familiar con paredes curvas, techos abovedados y tonos neutros. Situado en las afueras de la ciudad belga, la antigua fábrica contiene dos salas de almacenaje de gran altura que la convierten en un espacio perfecto para tal proyecto.
Los arquitectos encargados del proyecto, Basile Graux y Koen Baeyens se encargaron de adaptar uno de estos espacios en una residencia para una pareja y su hijo. La sala de 150m² se caracterizaba por sus grandes ventanales, sus paredes curvas y sus techos abovedados de ladrillo, pero limitada por un par de columnas de acero que dividían el espacio en dos partes iguales. Los arquitectos quisieron aprovechar las adversidades del proyecto y resaltarlas, hicieron de esas columnas un punto focal en el proyecto, y para evitar bloquear los amplios ventanales crearon una serie de habitaciones a lo largo de su perímetro. La altura del espacio hizo posible que se añadiese una planta extra al espacio, añadiendo así 92 m² a la vivienda.
En cuanto a la distribución de los ambientes, los dormitorios se encuentran en la planta superior, mientras que las habitaciones de la planta baja incluyen un estudio, cocina, comedor, salón, una sala de lavandería y una zona de almacenamiento, espacios que aprovechan la gran entrada de luz natural de los magníficos ventanales.
La singularidad del espacio esta creada por las variaciones de líneas cóncavas y convexas de los muros, los voladizos y techos de doble altura. Las superficies ondulantes capturan la luz y dejan pasar poco a poco en sombra.
Para proporcionar y ocultar ciertos imperfectos de las superficies curvas se crearon paredes de cartón yeso cubiertas de una capa de enlucido de cal pigmentada. El resto de superficies como el techo y las paredes originales se unificaron con pintura blanca, al igual que las columnas, las cuales se envolvieron en un forro circular para seguir con la suavidad de las formas del espacio. Un entorno con personalidad propia sobre el cual los arquitectos supieron mantener en equilibrio con el resto de equipación y decoración, un espacio diseñado con el balance perfecto entre la personalidad e historia del lugar con su nueva función.
© Fotografía, Luc Roymans