La ambiciosa intervención de los arquitectos devuelve la entidad arquitectónica que da sentido a la tipología monástica y adecúa la nave de dormitorios como espacio expositivo de los bienes patrimoniales recuperados
Vista de pájaro del estado actual del Monasterio de Sijena
El Real Monasterio de Santa María de Sijena del siglo XII se encontraba en un estado no del todo ruinoso, pero sin acabar de ser habitable. El inevitable descuido y un incendio durante la Guerra Civil habían reducido su arquitectura a lo más esencial. La complejidad del proyecto de Pemán y Franco radica en completar el espacio arquitectónico para hacerlo habitable de nuevo sin obviar su evolución, a la vez que evitar subrayar la diferencia entre lo nuevo y lo existente.
El volumen se completa de forma integrada sin dramatismo
La intervención se resume en la estrategia de abordar los problemas estructurales y patológicos de forma natural. El conjunto ha sufrido numerosas transformaciones a lo largo de la historia, por lo que la reflexión de los arquitectos se basa en cómo esta última intervención hace al edificio participe de nuestro tiempo mediante la recuperación de la entidad arquitectónica del claustro y la adecuación de sus naves.
Armonía cromática de la intervención contemporánea con las diferentes etapas del conjunto
Por un lado, se lleva a cabo la restauración de la estructura de arcos y los muros de tapial y ladrillo. Por otro, se soluciona el problema continuo de humedades debido al agua subterránea a través de un sistema de drenaje subterráneo.
Los elementos añadidos en ladrillo y hormigón marcan la línea de las transformaciones con serenidad
Los volúmenes se completan techando las naves este y norte con un alfarje de madera y cubierta plana. La falta de datos sobre la segunda planta se resuelve limitando la intervención a los elementos que son conocidos para evitar el falso histórico.
Nuevo pavimento cerámico de piezas triangulares y cierre climático de la nave
En el interior, los trabajos de acondicionado comienzan con un nuevo pavimento cerámico basado en una solución constructiva en forma de sección de vaso que permite alojar las nuevas instalaciones a la vez que impide el ascenso de la humedad del subsuelo. El espacio interior de la nave marcado por el fuerte carácter de la serie de arcos estructurales se delimita con un cerramiento vidriado que permite la continuidad visual y arquitectónica del mismo. El nuevo pavimento llevado hasta el exterior acentúa esta estrategia.
Mobiliario para el acondicionamiento interior de la nave
Una apuesta muy acertada ha sido la inclusión del sistema de acondicionamiento interior a través del mobiliario. El aire y la electricidad necesarios para el acondicionamiento de la sala se distribuyen a través de una bancada dispuesta longitudinalmente a lo largo de la misma, del cual emergen los marcos expositivos. Todos los elementos museográficos añadidos se han realizado en madera, lo cual ayuda a identificar visualmente la intervención dentro de la armonía de materiales y texturas. Estos elementos se han inspirado en las celdas y el mobiliario original con gestos sutiles. El acondicionado del espacio expositivo ha sido proyectado en colaboración con Sergio Sebastián.
Diseño del mobiliario expositivo con el acondicionamiento de la sala integrado
Escrito por María Unceta desde Zúrich
Fotografías de Iñaki Bergera