Es el lugar donde se llevan a cabo proclamaciones, declaraciones, celebraciones y toda suerte de actos sociales importantes. Del Vaticano a Verona, de Washington D.C. a Buenos Aires, el balcón ha desempeñado siempre un papel clave en nuestra conciencia colectiva y cultura popular
"En toda composición arquitectónica, de la más moderna a la más clásica, siempre hay una jerarquía", explica el arquitecto Xavier Ferrés, director del estudio Ferrés Arquitectos y Consultores, con sede en Barcelona, quien también es un reconocido especialista en fachadas ligeras. "Los balcones siempre son lugares distinguidos". Son el sitio más representativo en un edificio, dice, y "en cuanto a la composición de la fachada, es el balcón el que le da carácter y la diferencia del resto". Un poderoso símbolo de posición a lo largo de las culturas y el tiempo, que según sus palabras, destila "visibilidad, presencia, jerarquía”.
Así ha sido durante siglos. Según Anton Espadaler y Ramon Manent, autores de Balcones de Barcelona: Un espacio privado abierto al público, la aparición generalizada del balcón en la arquitectura de la ciudad coincide con la expansión económica de finales de los siglos XVI y XVII, y su función principal era literalmente apartar las clases más ricas de la gente común. Al disponer de un espacio privado que "a la vez es parte de la casa y de la calle," la burguesía ya no tenía que codearse con el pueblo durante los festivales y las celebraciones.
"Ver sin ser visto" es una frase que Ferrés usa una y otra vez. La celosía, dice, abre una multitud de posibilidades para una mayor privacidad y una buena ventilación. Ampliamente utilizada en la arquitectura otomana, árabe e hindú, la celosía está haciendo una reaparición no sólo por su funcionalidad, sino también por su valor estético.
El origen del emblemático balcón maltés se remonta a la Mashrabiya, introducida en la isla durante la ocupación árabe medieval. Siendo más un tipo de ventana que un balcón, estos espacios se proyectan fuera del edificio y por lo general están cerrados con madera tallada e intrincadas celosías, conocidas también como Mashrabiya. En la intimidad blindada de estos rincones, las mujeres musulmanas, restringidas de todo contacto con el mundo exterior, podían observar la vida en las calles sin dejarse ver. Ver sin ser visto. Estar dentro y fuera a la vez.
Estamos acostumbrados a que el balcón sea una extensión del interior de la casa hacia el aire libre, explica Ferrés, pero en algunos lugares el concepto "se vuelve más complicado, hasta el punto de que (el balcón) se cierra por completo y se convierte realmente en una expansión (integrada) del espacio habitable". Cita como ejemplos a Madrid y La Coruña. "Allí, el balcón no solo es un elemento que amplía el interior, sino una construcción habitable con cuatro lados.” El balcón perfecto, según él, es el que se adapta al espacio y las necesidades de los habitantes. Su "misión fundamental es ventilar y proporcionar luz natural", afirma Ferrés, pero a partir de ahí el balcón puede tomar diferentes formas en función del clima, la época, los materiales, la ubicación y la cultura.
"No todos los balcones funcionan para todas las tendencias", dice. "Desde un punto de vista funcional, deben proteger contra el sol, el agua, el frío, ofrecer privacidad, seguridad y la vista del mundo exterior." En los países donde la luz es escasa, "los micro- espacios entre las ventanas y el balcón deben estar más cerca de la parte exterior para aprovechar la luz natural. En España hacemos lo opuesto porque queremos controlar el sol." Para Ferrés, "un buen balcón es aquel que si solo tiene un elemento, es solo el que necesita, y si tiene ocho, es porque ninguno de ellos es redundante o innecesario.”
A lo largo de la historia de la arquitectura, explica, "hemos llegado a partir de una formulación básica del balcón como un espacio con barras de acero a una multicapa de seis elementos," - puertas o ventanas corredizas de vidrio, molduras, balaustradas, persianas, cortinas, etc., que proporcionan un control solar y térmico, así como impermeabilidad al aire y al agua. "Toda esta sofisticación nos lleva al ejemplo de un balcón acristalado, prácticamente sin ninguna estructura, diseñado por Norman Foster para un hotel en Londres.”
Hoy en día, "a pesar de que todavía tenemos los mismos materiales, como la madera, el vidrio, el aluminio y el acero, las formulaciones son mucho más expresivas en cuanto a la tecnología, la artesanía y el enriquecimiento formal de las piezas que lo componen". Los materiales son mucho más ligeros y menos ornamentados, tenemos ventanas serigrafiadas y vidrio abotonado. "Sin embargo, si tomamos un balcón en las Islas Canarias y uno en Tailandia, aunque la formulación puede ser diferente", afirma con firmeza Ferrés, "la intención es la misma: representar, ordenar, hacer arquitectura insuperable.”
Texto de Ina Sotirova, y fotografía de Maysun