El estudio chino combina la tradición constructiva del lugar con el lenguaje contemporáneo para la creación de este complejo escondido en el paisaje boscoso de la aldea Anshi al oeste de Sichuan
El complejo, que cuenta con 1.100 m², crea una arquitectura armoniosa y serena que se integra en el paisaje, situado entre densos bosques de bambú, estanques y arrozales, detrás del paraje montañoso de Nianpan.
El conjunto comprende una secuencia de espacios de sinuosas curvas, que se sitúan sobre una plataforma que crea una planta en forma de molino de viento sobre un estanque, creando un patio circular central, protegidos bajo extensas cubiertas a dos aguas de potentes aleros, que hacen un guiño al prototipo de vivienda tradicional local.
El acceso principal se sitúa en una de las diagonales del patio circular, situando dos puertas enfrentadas que invitan al visitante a adentrarse en el corazón del proyecto, en contacto directo con la naturaleza, con el agua, llegando prácticamente al mismísimo centro del complejo.
Desde allí, en el brazo situado a la izquierda, se sitúan los espacios de servicio, entre los que encontramos en primera instancia la recepción principal. Desde allí, recorriendo la planta del molino en sentido horario encontramos un pequeño salón de té, seguido de dos conjuntos de salas privadas de diferentes tamaños, equipadas cada una de ellas con sus propias áreas de servicio.
Del mismo modo, en el brazo situado a la derecha de la entrada se repite el mismo esquema, pero con salas de menor tamaña, además de un pequeño estudio situado en la esquina recayente al patio central.
Los paramentos de estos habitáculos se materializan con densos muros construidos con bloques de piedra arenisca roja, procedentes de las montañas de Sichuan, un material local de uso muy común en la zona, cortados a máquina en forma de escamas, creando con ellos la potente textura que caracteriza estos cerramientos.
Contrastando con la solidez de la piedra, se dispone a lo largo de todas las pasarelas que rodean el estanque, una pantalla que recorre toda la altura existente entre la plataforma y el alero, constituida por un cableado vertical al que se anclan piezas paralepipédicas de madera natural, que crean una celosía panorámica que, garantizando las vistas hacia la naturaleza circundante, otorga privacidad a los espacios interiores y crea un atractivo juego de luces y sombras en el sinuoso corredor abierto.
Desde los salones privados, amplios ventanales de vidrio conectan al visitante de nuevo con la naturaleza y el paisaje exterior.
Sobre este conjunto, descansando sobre una ligera estructura metálica, se dispone la cubierta, elevada sobre el conjunto, garantizando así una correcta ventilación de los espacios, proporcionando a la vez protección frente a la lluvia, cubierta con tejas de color gris pizarra.
Estos tres materiales conectan directamente el proyecto con la tierra, con el campo circundante, mientras que la lámina de agua que envuelve el conjunto remata esta conexión espiritual pretendida por los arquitectos reflejando la naturaleza circundante y el azul del cielo.
Imágenes en Arch-Exist