Se ha conseguido revitalizar una de las zonas más degradadas de la ciudad de Nueva York, convirtiéndose en un lugar de encuentro para los ciudadanos.
La High Line de Nueva York es un proyecto que pretende recuperar para el uso público una infraestructura ferroviaria que discurre a lo largo de tres barrios de la zona suroeste de la isla de Manhattan en Nueva York (EEUU).
La High Line se construyó durante los años 1930 para dar servicio a las múltiples industrias florecientes en esta zona de Nueva York, pero que durante los años 1980 quedó obsoleta y abandonada, finalmente a principios de siglo XXI se consiguió su rehabilitación como parque y espacio público elevado.
Extendiendose desde la calle Gansevoort hacia el norte hasta la calle 30 donde gira en dirección oeste hacia el río Hudson.
Con 2.4 kilómetros de longitud, 12 metros de ancho en promedio y elevado unos10 metros por encima del nivel de calle, el Highline atraviesa 22 manzanas, traspasa 2 edificios y pasa por encima de otros 13, ofrece una situación única, el paraje perfecto para un nuevo tipo de urbanismo y de espacio público.
La organización sin ánimo de lucro llamada “Friends of the High Line” fue fundada en el año 1999 por dos entusiastas que pretendías salvaguardar del derribo la HighLine como un símbolo de la historia de la ciudad de Nueva York, de su época industrialm y que merecía ser preservado para las generaciones futuras.
Estos implicaron a las asociaciones vecinales, sobre todo a agrupaciones de artistas y gente del mundo de la cultura para que desde su posición de privilegio social y cultural hiciera un llamamiento para la preservación de esta infraestructura. Sería en el año 2002 cuando convocaron un concurso de ideas abierto con propuestas para el HighLine que posteriormente presentaron al ayuntamiento y al consejo de la ciudad.
Los ganadores del proyecto fue el grupo formado por: James Corner Field Operations, Diller Scofidio + Renfro. Proponían un sistema flexible de bandas prefabricadas de hormigón que podrían ensamblarse con diferentes configuraciones y en distintas etapas. Las bandas crearían una nueva plataforma que generaba un gradiente con transiciones sutiles entre la superficie dura y el material vegetal.
Con este sistema el recorrido de 2.4 kilómetros contaría con diferentes relaciones y porcentajes entre las superficie pavimentada y las áreas verdes: 20% duro y 80% verde, 30% y 70%, 50 %y 50%, 0% 100% y múltiple configuraciones que permitían y generarían nuevas actividades.
El sistema de placas prefabricadas permite también la construcción del proyecto en etapas no lineales, comenzando por los extremos hasta juntarse, desde el centro hasta expandirse o desde diversos puntos hasta conectarse.
En el proyecto, el material vegetal, es un material activo que permite la recuperación del “ecosistema Highline”, albergando nuevas especies, conservando el hábitat de las que actualmente habitan el lugar y generando una mayor biodiversidad.
A partir de la recuperación de este ecosistema y de la relación de los usos públicos, cómo se genera una extensa lista de programas y nuevas actividades en la ya de por sí extensa paleta de actividades de la ciudad de Nueva York.
Además del principal aspecto ambiental que se percibe directamente como es la inclusión de vegetación dentro de una de las zonas más consolidadas de la ciudad de Nueva York, otro aspecto importante es la concienciación ambiental que se realiza mediantes : los cursos de jardinería que los propios voluntarios y el personal del parque imparten, así como que el parque del HighLine es un pequeño jardín botánico que muestra la vegetación autóctona de la región de Nueva York.
El High Line ha transformado una reliquia del pasado industrial de la ciudad en un buen ejemplo del futuro sostenible y habitable de Nueva York, atrayendo a más de cuatro millones de visitantes cada año. Esta fórmula permite obtener un balance que permite combinar el balance deseado entre los intereses políticos y los sociales; entre lo público y lo privado.
Imágenes: © www thehighline.org, Es.wikipedia.org, www.nyc.gov