Diseñar para el oído, la asignatura pendiente
Una cena de amigos en el nuevo sitio de moda de la ciudad. Excelente localización, una carta muy cuidada, nosequé-fusión elaborados con los mejores ingredientes, mobiliario de diseño, camareros uniformados que derrochan amabilidad. Gente radiante y con aire inteligente por doquier. Un planazo.
Nos acomodamos en nuestra mesa y comienza el grotesco espectáculo que será nuestra cena. El esfuerzo titánico del propietario en la elección del local, del chef y del staff, del branding y del marketing digital, se ve malogrado por el descuido de la acústica; todo al traste.
Casa da musica en Oporto. Rem Koolhaas (Foto: Philippe Ruault via The New York Times)
La acústica arquitectónica, ente invisible capaz de arruinar cualquier evento. Niveles de presión sonora superiores a 75 dB tornan molesto un local.
Risas estridentes, platos que colisionan, máquinas de café y comandas en la barra que se mezclan con el hilo musical; se está elaborando el peor de los cócteles sonoros. Como resultado, mantengo una conversación de besugos con la persona sentada frente a mí y abdico de comunicarme con cualquiera a más de 50 centímetros de distancia, totalmente inviable. Si para mí fueron sufridas las escasas dos horas que pasé allí, no consigo imaginar el calvario de empleados del local. El ruido afecta al bienestar hasta el punto de perjudicar la salud y repercute tanto en nuestro comportamiento como en nuestra capacidad de concentración.
Paneles acústicos pixelados 3D de Form Us With Love
Restaurante The Fitzgerald en Valencia, proyecto acústico de Absotec
Obtener un rendimiento acústico óptimo no es sencillo ya que el ruido no es únicamente proporcional al número de personas y son muchos los factores intervinientes. Para comprender cómo responde acústicamente un espacio es necesario saber cómo se propaga el sonido cuando abandona la fuente emisora. Deben ser considerados y controlados tanto los sonidos directos como los sonidos reflejados provenientes de paredes, suelos, techos y mobiliario. Además del tiempo de reverberación debe ser analizada la absorción de los materiales de acabado, los ecos y las sombras acústicas, la intimidad, textura y mezcla de sonidos y el ruido externo.
Restaurante Whey de Snøhetta en Hong Kong (Foto de HDP Photogaphy)
Es fundamental comprender la diferencia entre los conceptos tratamiento acústico e insonorización. Mientras el primero se ocupa de mejorar la calidad del sonido en un espacio determinado, la insonorización persigue el bloqueo de sonidos para evitar que entren o salgan del espacio. La reducción de la transmisión de sonido entre habitaciones debe resolverse en la espesura de paredes, techo y suelo.
Flores acústicas de Linda Nieuwstad
Restaurante Mama Taco en Valladolid, proyecto acústico de Absotec
La cuestión sonora debe abordarse ya en una fase inicial de proyecto con un diseño adecuado. La propia distribución puede ser clave, por ejemplo, las cocinas diáfanas sin separación física del espacio de los comensales contaminarán inevitablemente con intenso ruido. Es vital la incorporación de materiales fonoabsorbentes y paneles acústicos capaces de evitar la propagación del sonido y la molesta reverberación que perjudican al confort. Estos elementos estratégicamente ubicados minimizarán el eco y la distorsión creando un sonido ambiente más agradable. Requieren especial atención los planos de materiales duros pues actúan como amplificadores reflejando con intensidad las ondas acústicas recibidas, y deben por tanto ser compensados con superficies más blandas y absorbentes.
Queridos dueños de bares y restaurantes, arquitectos y diseñadores: la acústica tiene un enorme peso en la definición del carácter del espacio y en el ambiente que se genera, por favor, no la descuiden.
OMA, Form Us With Love, Absotec, Snøhetta, Linda Nieuwstad
Escrito por Cristina Pino desde OPORTO
Imagen collage de portada por Cristina Pino
Fotografías de Philippe Ruault, HDP Photography