Mujeres que vivieron de forma obligada unas y de carácter voluntario otras, en unos pequeños espacios de cuatro paredes
Imagen de celda emparedadas
El «emparedamiento» llegó a ponerse de moda en el siglo XVI, una práctica al parecer bastante usual en otros tiempos, que no siempre fue una práctica voluntaria llevada a cabo por devotas mujeres a modo de penitencia.
Imagen ventana de convento emparedadas
Se diferenciaron dos tipos de emparedamiento: aquél que con carácter de castigo se impuso a determinadas mujeres por sus faltas y delitos cometidos, y el caso de las mujeres que voluntariamente, con autorización de sus familiares y superiores, decidían adoptar este tipo de vida penitente.
Imagen de interior Celda
Se trataba de unos pequeños espacios de cuatro paredes, donde las mujeres se retiraban a vivir o se encerraban de por vida, para dedicarse a la oración y contemplación mística. Rara vez salían a la calle, en muchos casos, jamás.
La población las conocía por ”Las Emparedadas”.Éstas, se retiraban en limitados recintos en la parte exterior de las Iglesias Parroquiales, manteniéndose con una comida escasa que se les suministraban a través de una pequeña rejilla.
San Lorenzo Iglesia de San Lorenzo
Esta costumbre, también conocida como voto de tinieblas, se mantuvo desde la Edad Media hasta el siglo XVIII.
Iglesia de San Esteban
En la ciudad de Valencia tomaron fama "Las Emparedadas" de: San Lorenzo, San Andrés, Santa Catalina, San Esteban, y Santísima Cruz, llamadas así porque su retiro o encierro se ubicaba junto a estas iglesias.
Iglesia de Santa Catalina
Iglesia de san Lorenzo
Esta forma religiosa de vida no siempre contó con la bendición de la autoridad eclesiástica. Por ejemplo, el arzobispo Pérez de Ayala en 1566 llegó a prohibir que los sacerdotes fueran a sus casas a celebrarles misa y administrarles los sacramentos si no era en caso de muerte. Otros, como el arzobispo Juan de Ribera, no tenía inconveniente en visitarlas para interesarse por su estado, como consta en un acta de la iglesia de San Lorenzo del año 1969.
Ermita Santo Cristo Bocairent
Estos casos de reclusión individual con el tiempo se derivan en las reclusiones en comunidad, formando una especie de beaterio. Las más conocidas son las de Bocairent y de la Villa de Onda.
Santa Catalina
En el Sínodo de 1693 el arzobispo Ayala anuncia la prohibición de los emparedamientos, sin embargo, las comunidades admitidas hasta entonces siguieron vigentes y sujetas a visitadores nombrados por el Ordinario, disponiendo que en adelante no se celebrasen misas en sus celdas y encierros, ni aún "in artículo mortis". En nuestros días no queda más recuerdo de tales emparedamientos que los restos en viejos muros de las antiguas parroquias citadas, testigos de un tipo de penitentes, que evolucionarían con el tiempo en reclusiones en comunidad de doncellas y viudas.
Algunas de las mujeres emparedadas más conocidas fueron: Inés Pedrós Alpicat, conocida por Inés de Moncada; Inés Soriana, fundadora del convento de San Gregorio; Juana Zucala, del monasterio de Nuestra Señora de la Misericordia; y Margarita Agullona, monja franciscana, que se retira en la calle de las Damas hasta su fallecimiento en 1600.
Imágenes: © Diez Arnal, La Rueda del Misterio- blogger, historiaoscuradevalencia.blogspot.com, Con un garabato - WordPress.com, La Valencia Insólita.