La Plaza Redonda de Valencia en día de mercadoDesde época musulmana la zona comercial de la ciudad de Valencia estuvo emplazada en el barrio que actualmente ocupa la plaza Redonda. Este carácter se mantuvo tras la cristianización, ubicando allí la pescadería, la carnicería y el matadero. La decisión de trasladar este último a las afueras de la ciudad a principios del siglo XIX favoreció la aparición de este emblemático Bien de Relevancia Local.
Tras la demolición del antiguo matadero, que estaba en desuso desde principio del siglo XIX, el arquitecto Salvador Escrig, encargado de las obras de demolición, presentó el plano de ordenación de la nueva plaza Redonda, que ocuparía estos terrenos. Tras pasar a evaluación de la Academia de San Carlos, que controlaba la arquitectura pública y religiosa de la ciudad desde 1784, el arquitecto modificó dos aspectos que reforzaron la percepción regular de la plaza.
La primera era la cubrición de las cuatro calles que accedían a la plaza en su último tramo. De esta manera el círculo quedaba totalmente cerrado. La segunda, el diseño de una fachada sencilla y uniforme que facilitara su construcción, ya se no se ejecutaría la totalidad de la plaza a la vez, pudiéndose desarrollar en proyectos parciales.
La plaza, de 37 metros de diámetro, se conectó con las calles adyacentes a través de cuatro arcos carpaneles, tres de ellos situados sobre los antiguos accesos al matadero y a la pescadería. La manzana quedó dividida en 35 parcelas edificables de las que tan sólo 16 tienen fachada a la plaza. Las plantas bajas se destinaron a usos comerciales, las plantas primera y segunda a viviendas de alquiler y los áticos a almacenes de los comercios inferiores, tal y como marcaba el proyecto normativo.
La plaza redonda responde a un tipo neoclásico de espacio urbano ubicado en el centro de la ciudad con carácter cerrado y función comercial. De forma geométrica rotunda e identificable en el entramado urbano.
La construcción comenzó en 1837 con la participación de diferentes arquitectos siguiendo el proyecto de Salvador Escrig. En 1846 terminaron las obras. En el interior de la plaza se dispusieron 8 árboles siguiendo la forma circular y en 1850 la conocida fuente de 8 grifos.
No tardaron en llegar las modificaciones sobre el trazado de las fachadas de la plaza, fundamentalmente se redimensionaron las ventanas horizontales de los almacenes del ático, alargando los huecos para una mayor luminosidad, ya que comenzaban a reutilizarse algunos de estos espacios como viviendas precarias. Comenzó la ruptura progresiva de la estética unitaria de la plaza Redonda.
Uno de los cambios más significativos en el interior fue la construcción del tinglado circular de madera y pizarra, sustentado por una estructura de cerchas metálicas, que aunque de carácter provisional permaneció en uso para la venta ambulante. Este elemento dificultaba la visión global del espacio circular, menoscabando el valor estético del proyecto original.
Años más tarde, en 1977, el Ayuntamiento aprobó la colocación de puestos fijos de comercio bajo el tinglado. Pese a las protestas por el no respeto a la estética original se construyeron pequeñas estructuras rectangulares de madera con decoración cerámica.
Hasta aquí la imagen que todos recordamos de la plaza Redonda antes de la intervención de restauración de sus fachadas interiores y remodelación de la misma que comenzó en 2007. Imagen que ya forma parte de nuestra memoria histórica.
© Planos extraídos de la web del Ayuntamiento de Valencia.
