Fotografía de Alejandro ArangoLa Casa en Santa Fe, ubicada en medio del bosque seco tropical de Antioquia, se apropia del terreno complementándolo y potenciando todas sus virtudes. Es un ejemplo de arquitectura bioclimática y de la sencillez conceptual con grandes resultados, en el cual el juego entre sombras y ventilación natural hace presencia en todo el proyecto. Cada lineamiento proyectual busca el respeto y la exaltación del entorno, utilizando diferentes herramientas para garantizar el confort y la sostenibilidad
Diseñar en un terreno previamente modificado tiene sus retos, pues se entra a crear algo nuevo en una especie de ruinas del paisaje; un paisaje que ya no solamente es natural, sino también, artificial. La Casa en Santa Fe, se ubica en Antioquia, a distancia del Río Cauca. Ésta se asienta en la zona plana de una topografía antes modificada, que a su vez contaba también con un gran talud en la zona norte, en el cual reposa la montaña cortada.
La casa intenta restituir el perfil inclinado natural ubicando las partes de la edificación de dos niveles hacia el costado norte y las zonas de un nivel hacia el sur, permitiendo así que la cubierta inclinada continue con el corte topográfico. Lo anterior, genera que la fachada que da hacia la ladera sea en su mayoría cerrada pues no tiene ningún elemento de sombra, predominando el concreto, las ventanas en madera totalmente cerrables y albergando muy pocas perforaciones metálicas. Por el contrario, la cara norte que aloja el corredor es casi completamente libre con paneles metálicos corredizos de 60% de perforación que generan sombra según el gusto del usuario, controlan el sol y permiten cerrar el espacio cuando se desee sin perder la ventilación natural.
El corredor se convierte en un elemento abierto teniendo como referente la arquitectura tradicional de la región. El flujo se delimita en un espacio alargado y en sombra, que puede tejerse con el entorno según el uso de los paneles. Es un recinto versátil en el que se pueden colgar hamacas y contemplar el entorno y el río que se ve a lo lejos. La disposición de la casa genera que éste tenga sombra la mayoría del año.
Al ubicarse en medio del bosque seco tropical, en el que la temperatura varía entre los 23 y 33 grados centígrados, se tuvo que priorizar el lineamiento de bioclimática. El juego entre sombras y ventilación natural hace presencia en todo el proyecto; la disposición de los cuatro módulos rodeando al gran árbol -y por lo tanto con diferentes ángulos de orientación- aumenta la superficie de área expuesta a la recepción de viento y su permeabilidad, transmitiéndolo por medio de la cubierta inclinada de las áreas de menor a aquellas de mayor altura.
A la casa se llega por la parte oriental donde está el área de parqueo, la cual dirige por medio de la plataforma al módulo tres -contándolos de oeste a este-, el cual es el de mayor jerarquía por su tamaño y porque aloja las zonas sociales y los servicios; en su segundo nivel se encuentra una sala de estar. Por medio del corredor se puede acceder a los otros tres módulos, el primero alberga la alcoba principal y un área de reposo que permite la salida a la plataforma por el costado norte; en el segundo piso, la alcoba cuenta con su sala de estar propia. Los módulos dos y cuatro contienen un total de cuatro habitaciones para huéspedes, cada una con baño y con dos camas adicionales en la planta superior. La piscina y las demás zonas de esparcimiento ubicadas en la zona hendida formada por los módulos a nivel de la plataforma cuentan con la majestuosa vista del árbol y del paisaje hacia el río.
La Casa en Santa Fe terminada en el 2016 y con un total de 595 metros cuadrados es una pieza construida con el fin de proveer una residencia vacacional; sin embargo, se apropia del terreno complementándolo y potenciando todas sus virtudes. Asimismo, es un ejemplo de arquitectura bioclimática y de la sencillez conceptual con grandes resultados.
Escrito por María Carla Flórez Jiménez desde BOGOTÁ D.C.
Fotografías de Alejandro Arango
