Los pabellones Quintessa diseñados por Walker Warner Architects en Napa Valley, California, son otro ejemplo de arquitectura vinícola en perfecta armonía con el paisaje.
Se trata de tres pabellones de cata de vinos al aire libre, que amplían los espacios de una antigua bodega existente, permitiendo disfrutar de las vistas del paisaje circundante, los viñedos que se extienden sobre el valle, mientras se disfruta de una degustación privada en grupos reducidos de hasta 12 personas.
Los pabellones se encuentran situados en la parte alta de la colina, permitiendo de esta forma ofrecer las mejores vistas del entorno.
Se accede a los mismos a través de senderos peatonales que discurren por el paraje boscoso.
La llegada a cada pabellón queda marcada por la presencia de un muro de hormigón, rasgado por la puerta de acceso, que enmarca el entorno natural situado al fondo. Su textura y color permiten que armonice tanto con el entorno, como con los muretes de contención de mampostería creados con piedra del lugar, piedra Napa syar.
El volumen de los pabellones se caracteriza por su extrema ligereza, gracias a los delgados perfiles tubulares metálicos que configuran la estructura vertical, los cuales sustentan una liviana cubierta de acero y madera, que define el ámbito del pabellón en planta. Estos elementos pasan desapercibidos en el entorno gracias nuevamente a su color y materialidad.
El cerramiento está compuesto por mamparas de vidrio móviles, insertadas en un marco de acero. Los cerramientos laterales los componen mamparas pivotantes que respetan la modulación marcada por la estructura, mientras que el frontal lo constituye una imponente lámina de vidrio corredera, que se desplaza en su posición de apertura a una prolongación de la estructura metálica que integra las guías de desplazamiento.
Así mismo, esta fachada queda protegida gracias a una segunda piel compuesta por una celosía de lamas horizontales de madera, integradas en un segundo marco de acero, que corre en paralelo a la lámina de vidrio. Permite seguir disfrutando de las vistas del lugar, a la vez que crea un interesante juego de luz y sombra en el interior del pabellón.
El único elemento opaco y fijo del cerramiento es un pequeño muro de hormigón que materializa el encuentro entre el marco de la estructura corredera y el cerramiento lateral del pabellón.
Este sistema permite en sus distintas posiciones garantizar un climatismo óptimo en todas las épocas del año, aprovechando la ventilación cruzada y controlando el soleamiento.
A su vez se saca el máximo partido del sombraje que proporciona el arbolado de gran porte existente en el lugar, viejos robles cuya presencia es respetada por la arquitectura, consiguiendo una perfecta fusión con el lugar.
La luz natural es otro de los aspectos destacados del proyecto, al igual que la iluminación artificial, que permite crear una imagen nocturna atractiva y acogedora.
Los materiales utilizados son también respetuoso con el entorno, muchos de ellos reciclados, como es el caso de la carpintería y los techos, hechos de ciprés Sinker recuperado, elegido por su durabilidad y calidez, o fabricados localmente, como es el caso de las placas de hormigón prefabricadas de gran formato utilizadas para el pavimento del pabellón y la terraza exterior contigua.
Así mismo, la vegetación circundante son pastos nativos, resistentes a la sequía, destinados a suavizar la transición entre los pabellones y los viñedos.
Imágenes de Matthew Millman y Matthew Williams