PATRIMONIO

Vestir la arquitectura: los papeles pintados históricos

La propia naturaleza del papel, que fácilmente puede ser deteriorado, su carácter económico, sin necesidad de grandes inversiones para su colocación, así como, la facilidad de montaje y desmontaje, permitiendo su sustitución cuando cambian las modas decorativas, hacen especialmente significativa la conservación de los revestimientos históricos de papel pintado, muy sensibles a los deterioros, pérdidas y destrucciones.

Vestir la arquitectura: los papeles pintados históricosPapel pintado, década de 1780. Manufacture Arthur et Grenard. Imagen: Museo de Artes Decorativas de París

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La propia naturaleza del papel, que fácilmente puede ser deteriorado, su carácter económico, sin necesidad de grandes inversiones para su colocación, así como, la facilidad de montaje y desmontaje, permitiendo su sustitución cuando cambian las modas decorativas, hacen especialmente significativa la conservación de los revestimientos históricos de papel pintado, muy sensibles a los deterioros, pérdidas y destrucciones.


Se suele atribuir la invención del papel al funcionario imperial chino Ts’ai Lun, que hacia el año 105 d.C. descubrió que, si se formaba una pasta con agua y fibras vegetales producidas por la corteza de la morera, o bien con fibras del bambú o del ramio, así como con trapos viejos deshilachados, y después se comprimía en un tamiz para que perdiera el agua, se formaba una especie de lámina delgada que, una vez separada del tamiz y puesta a secar, constituía una hoja apta para la escritura.



En el siglo VII se introduce la producción de papel en Corea y, posteriormente, en Japón. En Occidente, los soportes más utilizados fueron el papiro y el pergamino. A mediados del siglo VIII, los árabes aprendieron las técnicas chinas de fabricación de papel y lo introdujeron en el sur de Europa. Mejoraron las técnicas de fabricación mediante el empleo de mazos de trituración accionados manualmente, o la sustitución de la materia prima tradicional, la corteza de morera u otros vegetales, por trapos y telas. Se han documentado centros papeleros en Córdoba, Sevilla o Játiva (h. 1150), Palermo o Fabriano en Italia (antes de 1283), Troyes en Francia (1338) o Núremberg en Alemania (1389).



Papel pintado mostrando una fábrica de papeles pintados, hacia 1780. Manufacture de papiers peints de Arthur et Grenard. Imagen: Museo de Artes Decorativas de París



Los primeros intercambios de papel pintado a mano procedentes de China se producen en la Edad Media a través de Venecia y la Ruta de la Seda. Posteriormente serían los portugueses o los misioneros holandeses los que traerían, de vuelta de las Indias Orientales, ejemplos de papeles pintados que rápidamente se popularizarían por toda Europa.



Papel pintado chino posiblemente procedente de Cantón, 2ª mitad del s. XVIII. Imagen: Museo de Artes Decorativas de París



En el siglo XV, con el desarrollo de la imprenta, se comercializaban unas piezas rectangulares de papel pintado a mano, conocidas por su nombre italiano domino, donde se representaban, principalmente, imágenes devocionales. Todos estos papeles decoraban el interior de muebles, arcones, cajas o libros (guardas). Con el tiempo, estas imágenes se emplearon para decorar las estancias de las viviendas, siendo el primer ejemplo de uso del papel para revestir paredes que tuvo una importante difusión.





Domino procedente de Lyon, s. XVIII.Pariset. Imagen: Museo de Artes Decorativas de París



Hoja de un catálogo italiano de domino procedente de Bérgamo, s. XVIII. Imagen: Museo de Artes Decorativas de París



Con el tiempo, estos papeles fueron adquiriendo características exclusivamente decorativas, principalmente durante el Renacimiento, imitando paneles de madera, piezas de mármol, e incluso molduras y frisos de elementos arquitectónicos.



Papel pintado imitando un zócalo, década de 1770. Manufacture Réveillon. Imagen: Museo de Artes Decorativas de París



A partir de la fundación de la Compañía de las Indias Orientales en 1599, numerosos productos del Lejano Oriente empiezan a ser rápidamente comercializados por Centroeuropa, especialmente especias y tejidos. Productos decorativos, abanicos, sombrillas, tejidos, pinturas y porcelanas se ponen de moda entre la aristocracia. En 1648, se documenta en Marsella la primera fábrica de papeles pintados cuyos motivos de inspiración proceden de sedas chinas y tejidos indios, que se suman a esta corriente orientalista.





Papel pintado chino posiblemente procedente de Cantón, 2ª mitad del s. XVIII. Imagen: Museo de Artes Decorativas de París





Fragmento de papel pintado chino, 2ª mitad del s. XVIII. Imagen: Museo de Artes Decorativas de París



Una de las principales figuras en la elaboración de papel pintado de esa época fue Jean Papillon, que a partir de 1688 inicia la comercialización de lo que denominaba tapicería de papel (tapisserie de papier). Sus diseños incorporaban esquemas florales, hojas y ramas. Será su hijo, Jean-Baptiste Michel Papillon quien inicie los diseños de composiciones a gran escala, donde se representan elementos arquitectónicos y motivos exóticos. Su colocación todavía se realizaba a partir de pequeñas piezas rectangulares de papel, que debían ser combinadas. A principios del siglo XVIII se popularizan, de esta manera, fragmentos de papel con representación de balaustradas, pilastras, cornisas, molduras, estatuas y figurillas.



El coloreado manual fue sustituido por el procedimiento denominado de impresión a la plancha de madera. La aplicación del color se efectuaba con tantas planchas como colores tenía el diseño.



Papel pintado para colocar sobre una puerta, década de 1780. Manufacture Arthur et Grenard. Imagen: Museo de Artes Decorativas de París



Una de las principales innovaciones en la técnica de fabricación de papel se produce en Inglaterra, donde a partir de 1765 se empiezan a desarrollar rollos de papel de 12 yardas de longitud (10,7 metros), duplicando la dimensión de las piezas habituales. Una de las principales producciones inglesas de esta época se caracteriza por sus fondos de tono azul, fabricados por la empresa londinense The Blue Paper Warehouse. Nombres destacados de fabricantes de papeles pintados son John Baptist Jackson, Isherwood & Bradley, los hermanos Eckhardt, Thomas Bromwich y John Sherringham.



La introducción de las técnicas inglesas en Francia fue realizada por Jean-Baptiste Réveillon a mitad del siglo XVIII. Gracias a Madame de Pompadour, que eliminaría los tapices de sus palacios para ser sustituidos por papel imitando damascos, sedas y brocados, se popularizó entre la aristocracia francesa la decoración con papeles pintados.



Papel pintado, 1770. Manufacture Réveillon, ref. 32. Imagen: Museo de Artes Decorativas de París



Papel pintado, 1771. Manufacture Réveillon, ref. 91. Imagen: Museo de Artes Decorativas de París



Papel pintado, 1775. Manufacture Réveillon, ref. 301. Imagen: Museo de Artes Decorativas de París



Cenefa de papel pintado, 1789. Manufacture Réveillon. Imagen: Museo de Artes Decorativas de París



Papel pintado, 1789. Manufacture Réveillon, ref. 925. Imagen: Museo de Artes Decorativas de París



A finales del siglo XVIII se puede hablar de una verdadera edad de oro, documentándose un numeroso listado de fabricantes franceses, por ejemplo, en París: Arthur et Grenare, Arthur et Robert, Cabillet, Chapillon, Chapuy, Chauveau et Cie., Dubuisson, Le Grand et Cie., Le Grand Neveu; en Lyon: Antonin Girard, Desrieux Frères, Dusserre et Cie., Lecomte, Perrouillat, Simon; o en Alsacia: Isnard y Schmitt.



Decoración del dormitorio de Luis XV en el Château de Vaux-le-Vicomte (Francia). Imagen: Laurie Frey



En el resto de Europa destacaron las manufacturas alemanas de Augsburgo; las italianas de Bassano y Bérgamo, sobresaliendo la familia Remondini; o la Real Fábrica de Papeles Pintados de Madrid, fundada en 1786 por el francés Giroud de Villette, y que empezó a funcionar de manera significativa en 1789.



Con el inició de la fabricación mecánica, en 1798, se inicia una nueva era en la decoración de estancias con el empleo de papel pintado.



Catálogo de muestras de los fabricantes Dufour et Leroy, 1830-1831. Imagen: Museo de Artes Decorativas de París.



La propia naturaleza degradable del papel y su economía a la hora de ser sustituidos por otros revestimientos, hacen difícil la conservación de este tipo de elementos decorativos. El que hayan llegado hasta nosotros estancias decoradas con papeles pintados históricos, independientemente de su antigüedad o calidad, es en sí mismo un milagro.





Papel decorativo chino en el Château de Talcy, inicios del siglo XVIII. Imagen: Elodie Filleul



El mantenimiento del papel pintado de las paredes, la iluminación, la decoración o el mobiliario de las estancias permite conservar un testimonio valioso del ambiente y del momento histórico en el que se construyó un inmueble, o bien, del momento en el que fue redecorado. Debe convertirse, por tanto, en una prioridad su conservación.



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