López Rivera Arquitectos son los autores de un edificio de viviendas sociales en Esporles, localidad mallorquina de la Sierra de Tramontana, donde apuestan por tipologías intergeneracionales que apuestan por la sostenibilidad
El edificio, compuesto por dos volúmenes diferenciados, cuenta con una superficie construida de 1.128 m2, divididos en 3 niveles, ocupando una parcela flanqueada por una hilera de casas de cubierta a dos aguas en uno de sus laterales y un jardín público en el otro lado.
El proyecto, realizado para el Instituto Balear de la Vivienda (IBAVI), cuenta con 18 viviendas de protección oficial que ocupan el volumen principal, situado frente a la calle de acceso. Todas ellas cuentan con una tipología pasante y están orientas siguiendo la dirección del torrente de Esporles, que marca los vientos dominantes de la zona.
Este bloque se cierra en su fachada noroeste, la situada junto a la vía pública, con una construcción compacta en la que predomina el macizo sobre el hueco, y abre su cerramiento trasero, con orientación sureste, recayente a un patio ajardinado de uso comunitario, disponiendo galerías porticadas en todos los niveles, que fomentan la relación entre vecinos.
La integración social también motiva la creación del segundo bloque, que cierra el patio en su lateral este, que alberga el núcleo vertical de circulación y cuenta con algunos espacios comunes: una sala polivalente, un comedor y una cocina; además de la conserjería y los espacios reservados para las instalaciones, al que se llega por en camino de acceso situado junto al testero.
Los espacios interiores son neutros y cálidos, gracias a la combinación de acabados lisos y las texturas de la madera. Todas las viviendas extienden sus límites hacia el exterior, ocupando la galería comunitaria, disponiendo de un cerramiento de vidrio que conecta el interior con el exterior, situado junto a un banco de obra que invita a detenerse y disfrutar del espacio exterior en comunidad.
La sostenibilidad es una de las claves del proyecto, que consigue reducir al máximo la demanda energética del edificio gracias a la disposición de elementos bioclimáticos. La fachada noroeste cuenta con una doble pared de termoarcilla, de gran inercia térmica. Por el otro lado, fachada sureste cierra la galería cubierta con una piel vidriada, que permite captar el calor del sol durante el invierno, a modo de invernadero, quedando ventilada y protegida del sol con persianas durante la época cálida, optimizando así su uso a lo largo de todo el año. Este comportamiento óptimo permite que no se requiera de sistemas activos de climatización del espacio interior.
Imágenes de José Hevia
Viviendas intergeneracionales, asequibles y sostenibles









