Matagouri House es una segunda residencia diseñada por Fearon Hay Arquitectos en un entorno alpino que apuesta por la sostenibilidad y la fusión con el paisaje, en el cual se embebe imitando sus texturas, su paleta cromática e incluso integrando su vegetación
La vivienda, situada en un paraje aislado en la Isla Sur de Nueva Zelanda, se ubica entre dos montículos naturales, con el lago Wakatipu al oeste y la cordillera Remarkables al este, que proporcionan un paisaje único hacia el cual abrir vistas para el deleite de sus habitantes.
El conjunto lo forman dos estructuras prismáticas de mampostería alienadas de norte a sur, que se inspiran en los muros de piedra que se encuentran en estado de ruina en los campos, semicubiertos con maleza por el paso del tiempo. Estos dos volúmenes se articulan en torno a un patio curvo central, que suaviza el giro de 90º creado entre los mismos, respetando la suave pendiente del terreno, sumando un área total de poco más de 400 m2.
En la pieza norte, se encuentra la cocina, el comedor y sala de estar, situados en el nivel del suelo. Parte del volumen dispone de una planta superior, donde se encuentra el dormitorio principal, que aprovecha su posición elevada para ofrecer vistas de todo el entorno. El volumen sur los compone un área reservada para invitados y un estudio, además del garaje de la vivienda, situado junto al acceso principal, situado en la articulación de ambas piezas.
Los espacios son abiertos y fluidos, disponiendo de grandes láminas de vidrio que recorren toda la altura de suelo a techo, ofreciendo vistas del paisaje.
Los arquitectos optaron por un estuco de color gris pálido como acabado exterior, que reviste la mampostería de piedra, con un acabado rústico trabajado a mano con paleta.
El interior consigue un ambiente cálido y acogedor gracias a los altos techos que dejan la estructura de madera al descubierto, combinados con pavimentos de hormigón pulido en tonos tierra.
Es proyecto apuesta por la sostenibilidad creando una envolvente de gran eficiencia, gracias a la inercia térmica de los muros de mampostería y la cubierta verde que cubre todos los espacios centrales, con vegetación autóctona que permite al edificio camuflarse en el paisaje.
Los grandes aleros crean sombras arrojadas que protegen las superficies de vidrio en la época estival, mientras que en invierno un sistema de calefacción por suelo radiante garantiza el confort de los espacios interiores.
Además, la estructura de madera del edificio fue diseñada en su totalidad con madera de origen local.
Imágenes de Simon Wilson