TaiSugar Circular Village, diseñado por Bio-Architecture Formosana, aplica los principios de la economía circular para integrar comunidad, naturaleza y tecnología. El complejo incluye una granja urbana, energía renovable y viviendas modulares
Ubicado en la Shalun Smart Green Energy Science City de Tainan, en Taiwán, el complejo residencial Taisugar Circular Village (TCV) representa una revolución en la arquitectura residencial mediante la integración de principios de economía circular. Diseñado por el estudio Bio-Architecture Formosana, el proyecto se plantea la evolución de la ciudad como un ecosistema inteligente que se desarrolle en conjunto con la naturaleza y, asimismo, construyendo una comunidad orientada hacia las personas. La obra ofrece un enfoque innovador que combina sostenibilidad ambiental, diseño modular y tecnologías avanzadas.
En palabras del estudio BaF : “transforma a los residentes en partes integrales de un ecosistema local compartido, fomentando una reconexión entre las personas y la naturaleza y el consumo con la producción”.
El elemento principal utilizado ha sido la construcción modular, crucial para un desarrollo urbano de gran escala. El Taisugar Circular Village se compone de tres edificios residenciales en forma de L, llamados Circular Blocks, junto con un cuarto edificio que alberga espacios comunitarios como una lavandería, gimnasio, biblioteca, almacén de herramientas y una cafetería, la C-House.
La granja urbana C-Farm, ubicada en el corazón del conjunto, provee alimentos frescos y, al mismo tiempo, reutiliza desechos orgánicos como fertilizantes. Además, los residentes pueden acceder a una cocina comunitaria E-House para preparar los alimentos cosechados directamente en los huertos, y de esta manera promover un estilo de vida más conectado con la naturaleza.
Siguiendo los principios de la economia circular, todos los materiales se reutilizan para llegar prácticamente a la creación de residuos nula.
Cada bloque residencial está construido con módulos prefabricados, utilizando una combinación de hormigón alveolar y acero. Este enfoque no solo minimiza los residuos durante la construcción, sino que también permite el fácil desmontaje y la reutilización de materiales.
Los edificios están diseñados en seis capas independientes: cimientos, estructura, fachada, sistemas, particiones y electrodomésticos. Esto permite reparaciones o reemplazos sin afectar otros componentes, extendiendo así su vida útil. Las fachadas, acabadas en tonos rosa pálido, marrón, amarillo y gris, están decoradas con balcones metálicos ensamblados con tuercas y tornillos, facilitando su desmontaje y mantenimiento futuro.
Una peculiaridad del proyecto es que en él los fabricantes mantienen la propiedad de los productos utilizados, promoviendo un ciclo de vida continuo más allá del uso inicial. En lugar de adquisiciones se crearon contratos de servicio innovadores con los diferentes proveedores. Para ello, fue necesario personalizar los contratos bancarios y los acuerdos con los usuarios, consiguiendo cumplir con los requisitos legales necesarios y adherir a los principios del diseño circular.
El diseño de los edificios, con alturas variables y techos inclinados, crea una estética vibrante y dinámica, recordando una pequeña aldea. Las áreas comunes, como la biblioteca y el gimnasio, promueven la interacción entre los residentes, mientras que los volúmenes de menor escala en el centro del complejo, revestidos con paneles de policarbonato corrugado, albergan espacios como la cocina comunitaria y zonas de gestión de residuos.
Para el trazado de los materiales utilizados en la construcción del proyecto, se ha utilizado un código identificador único o "pasaporte del material". Esta herramienta permite rastrear la reutilización de componentes, alineándose con el concepto del edificio como si fuera un banco de materiales (BAMB). Además, la integración de tecnologías BIM (Building Information Modeling) facilita el seguimiento y la gestión de 378 categorías de materiales y más de 20,000 elementos utilizados en la obra.
Otra característica importante del proyecto es la atención a la sostenibilidad y la autosuficiencia del complejo. Éste incorpora paneles solares instalados en los techos inclinados de los bloques residenciales y de los edificios comunitarios, generando un promedio diario de 660 kWh de energía. Este sistema se combina con tecnologías de reciclaje de agua de lluvia y acuaponía, permitiendo una gestión eficiente de los recursos hídricos y la producción local de alimentos.
En 2022, el consumo de engría del complejo, fue un 50 % menor de lo previsto, gracias a sus sistemas de energía renovable. El diseño de TCV, en conjunto con sus sistemas de energía renovable, permite una reducción de carbono estimada en 20,000 toneladas métricas a lo largo de 60 años. Este enfoque lo posiciona como un modelo ejemplar de construcción sostenible no sólo en Taiwán sino en todo el mundo.
El éxito de Taisugar Circular Village ha sido reconocido con múltiples premios, incluyendo el Premio de Arquitectura Residencial de Taiwán (TRAA) y nominaciones en el Festival Mundial de Arquitectura (WAF). Este proyecto establece un precedente en la construcción sostenible, y al mismo tiempo ha inspirado cambios en los modelos de negocio, incentivando el alquiler de equipos y materiales en lugar de su compra.
El Taisugar Circular Village es un paradigma de arquitectura circular, convirtiendo el conjunto habitacional en un laboratorio vivo de prácticas sostenibles. Durante el período de construcción se organizaron numerosas visitas y eventos con diferentes entes del sector académico para intercambiar ideas y prácticas relacionadas con la economía y la construcción circular.
Este proyecto pionero demuestra cómo la colaboración entre el diseño, la tecnología y la comunidad puede dar lugar a un entorno construido que respalde un futuro más verde y resiliente.
Bio-Architecture Formosana - BaF
Escrito por Aina Pérez i Verge
Fotografías de Studio Millspace