La Escuela Samuel Paty, una fortaleza pentagonal diseñada en Béziers por Atelier O-S Architectes y NAS Architecture, emerge como símbolo de resiliencia y transformación urbana conjugando seguridad, funcionalidad y conexión con la naturaleza
La Escuela Samuel Paty, erigida en el corazón del barrio de Devèze en Béziers, Francia, se presenta como un ejemplo de arquitectura regenerativa, capaz de transformar no solo el paisaje físico sino también el tejido social de un entorno complejo.
Desde 2004, este barrio ha experimentado una metamorfosis progresiva, abandonando los mastodónticos complejos de los años 70 para abrazar una escala más humana. En este proceso de cicatrización urbana, la demolición de casi 600 unidades habitacionales dio paso a un nuevo corazón educativo: la Escuela Samuel Paty. Con sus 3.800 metros cuadrados distribuidos en cuatro volúmenes de geometría esencial, el complejo reemplaza la deteriorada École des Oliviers, edificio contaminado por amianto que simbolizaba el abandono institucional de este sector de la ciudad.
El nombre elegido para esta infraestructura no es casual: Samuel Paty, profesor asesinado en un ataque terrorista en 2020, evoca la fragilidad pero también la resistencia del sistema educativo francés frente a las heridas sociales. Del mismo modo, la arquitectura del complejo responde a esta dualidad entre vulnerabilidad y fortaleza.
El proyecto, resultado de un concurso convocado por el municipio en 2019, fue materializado por el estudio parisino Atelier O-S Architectes en colaboración con los arquitectos locales de NAS Architecture.
El edificio principal se concibe como un pentágono protector que abraza dos patios interiores, creando un microcosmos seguro en un barrio históricamente marcado por el tráfico de drogas y la delincuencia. Esta configuración introvertida no es, sin embargo, un gesto de negación hacia el contexto, sino una respuesta sensible a las necesidades primarias de sus usuarios: protección frente a los vientos marítimos, aislamiento acústico respecto al ruido urbano y seguridad para la comunidad educativa.
La característica principal de este proyecto es su profunda dualidad conceptual, materializada en el diálogo entre masividad exterior y ligereza interior. Desde la calle, el complejo se presenta como una masa mineral de hormigón pulido con chorro de arena, una piel rugosa y tectónica que establece una barrera protectora. Esta coraza, sin embargo, se desvanece hacia el interior transformándose en una estructura metálica porosa, ligera y calibrada que crea espacios luminosos y etéreos abiertos generosamente hacia los patios.
La circulación se desarrolla a través de un corredor perimetral de hormigón con una cubierta de chapa inclinada y asimétrica, que mediante perforaciones cenitales circulares, permite integrar la vegetación existente directamente en el edificio. Este espacio semi-exterior, actúa como una membrana de transición entre el mundo exterior y los espacios de aprendizaje. Se trata de una calle interior no climatizada que serpentea alrededor del conjunto, distribuyendo a los usuarios mientras ofrece vistas alternadas hacia la ciudad y los patios, estableciendo un ritmo sensorial que enriquece la experiencia del recorrido.
El programa se distribuye racionalmente en cuatro edificios. El principal, con forma pentagonal, alberga quince aulas, seis de guardería y nueve de primaria, organizadas alrededor de los dos patios.
Las aulas, verdadero corazón del proyecto, contrastan con la materialidad pétrea presentándose como cajas luminosas de metal y vidrio. Sus generosos ventanales difuminan los límites entre interior y exterior, permitiendo que el patio se convierta en parte del espacio pedagógico. La topografía inclinada del terreno genera diferentes elevaciones que son aprovechadas para crear una transición natural entre la guardería y la escuela primaria, articuladas mediante espacios comunes estratégicamente ubicados. Los patios incorporan zonas de juego, jardines educativos y áreas de relajación organizadas en terrazas que se funden con el edificio.
Las áreas administrativas se posicionan en puntos neurálgicos, como la oficina del director situada en la intersección de las dos recepciones, ofreciendo control visual sobre el patio interior y fácil acceso para las familias. Asimismo, los espacios auxiliares del comedor, la biblioteca y el centro médico se ubican en edificios independientes pero conectados a través de espacios exteriores compartidos, permitiendo aislamiento acústico y funcional sin perder cohesión con el conjunto.
Los arquitectos incluyeron como premisa la preservación de los árboles centenarios de la parcela, plátanos y pinos, condicionando la organización espacial del proyecto, hasta el punto de perforar la cubierta para permitir a la vegetación emerger a través de la estructura. Esta integración paisajística diluye los límites entre interior y exterior, convirtiendo el patio en una extensión del aula que facilita actividades pedagógicas al aire libre y creando un paisaje híbrido donde construcción y naturaleza establecen un diálogo de igual a igual.
El verde se convierte en un elemento estructurante del proyecto que colabora activamente en la regeneración psicológica y física de un barrio históricamente caracterizado por la dureza de sus espacios públicos, ofreciendo experiencias sensoriales ricas y diversas que contrastan con la monotonía del entorno.
Otra particularidad de la Escuela Samuel Paty es su decidida apuesta por la contención. Con su altura limitada a una única planta, sus formas geométricas esenciales y sus colores suaves, el complejo renuncia voluntariamente al protagonismo arquitectónico para integrarse en el horizonte urbano de manera silenciosa pero efectiva. De esta manera, el edificio trasciende su función educativa para convertirse en catalizador de la regeneración urbana.
La separación programática en volúmenes diferenciados contribuye a esta desmaterialización de la intervención, creando la sensación de un pequeño pueblo dentro del barrio, autosuficiente y equipado con todos los servicios necesarios.
El equilibrio entre los contrastes del proyecto crea un microuniverso a escala humana que prioriza la protección y la estimulación pedagógica. Al mismo tiempo, su arquitectura nos recuerda que los edificios más exitosos son aquellos capaces de mejorar la vida de sus usuarios sin imponerse a ellos, aquellos que, en su modesta pero firme presencia, contribuyen día a día a la sanación del tejido urbano y social que habitan creando un impacto profundo en la comunidad.
Atelier O-S Architectes and NAS Architecture
Escrito por Aina Pérez i Verge
Fotografías de ©︎Cyrille Weiner