.El proyecto de OMA genera nuevos vínculos entre el parque Champs-de-Bataille y Quebec gracias a su concepto ascendente en cascada.
El nuevo Pabellón Pierre Lassonde forma parte del Museo Nacional de Bellas Artes de Québec; se conecta sutilmente y se interrelaciona con el entorno ya que en lugar de crear una imposición icónica, se generan nuevos vínculos entre el parque y la ciudad.
Según dicen el equipo de OMA, el contexto complejo y sensible del nuevo edificio genera las preguntas centrales en las que se sustenta el diseño:
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¿Cómo extender el Parque Champs-de-Bataille, invitando a la ciudad a participar? -
¿Cómo respetar y preservar la iglesia de Saint Dominique y realizar un proyecto atrayente en Grande Allée? -
¿Cómo organizar el museo mientras crece su escala?
El nuevo proyecto de los arquitectos de OMA responde a estas preguntas; se trata de un concepto ascendente en cascada desde el parque hacia la ciudad. Las nuevas galerías requeridas se apilan en tres volúmenes de tamaño decreciente para albergar exposiciones temporales, colecciones contemporáneas, artes decorativas y diseño, así como obras de arte Inuit.
El edificio pretende entrelazar la ciudad, el parque y el museo como una extensión de las tres simultáneamente.
El apilamiento de las cajas genera un gran hall de 12,6m de altura al que se accede bajo un gran voladizo de 20m que sirve de conexión entre el museo y la Grande Allee: la plaza urbana donde se generan las funciones públicas del museo.
En cuanto a la estructura, se resuelve mediante un sistema de vigas de acero en voladizo capaz de albergar las galerías y evitar así pilares que acaben con la continuidad de la exposición.
La fachada en capas es a la vez estructural y capaz de hacer frente a las necesidades climatológicas aparentemente contradictorias de luz natural y aislamiento térmico para el duro invierno de Quebec.
En las galerías, las fachada aislada está formada con 3 capas de vidrio translúcido, con un segmento intermedio que ilumina el edificio por la noche a modo de linterna del parque.
En contrapunto a las galerías translúcidas, se encuentra El Gran Hall rodeado por un muro cortina de vidrio con aletas de vidrio que permiten vistas prácticamente sin obstáculos, invitando al acceso al pabellón Charles Baillairgé a través de una pared de cristal. Esta combinación de materiales refuerza la lectura de apilamiento y volumetría en voladizo del edificio.
Fotografías de Iwan Baan