Casa di Confine es una residencia rural en Le Marche, Italia, rodeada de los campos agrícolas situados en el borde del espacio urbano, entre el mar Adriático y los Apeninos, donde Simone Subissati consigue sumergir en el paisaje a los habitantes se esta casa inspirada en las antiguas granjas que pueblan la región.
La vivienda, que ocupa una generosa parcela de 4.337 m2, opta por un desarrollo lineal de forma rectangular, con una longitud de 33 m y un ancho de 8,4 m, situados en el centro de la parcela, alejándose lo máximo posible de todas las edificaciones circundantes, aprovechando al máximo las vistas de la naturaleza circundante.
La superficie construida cuenta con un total de 350 m2 distribuidos en 2 plantas. El acceso principal se sitúa en un punto intermedio, en una rasgadura del volumen lineal que garantiza la permeabilidad necesaria para disfrutar de una vista panorámica del paisaje.
El vidrio garantiza la trasparencia de este espacio, que cuenta con un patio de doble altura flanqueado por el volumen del garaje en uno de los lados y por los espacios de vida en el otro, manteniendo continuidad con la piscina exterior, cuya planta longitudinal se dispone en perpendicular al eje principal de la vivienda, convirtiéndose en el fondo de perspectiva desde el acceso.
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Un corredor paralelo a fachada recorre conduce desde el acceso hasta el amplio salón integrado con la cocina, situado en el extremo de la planta baja.
La permeabilidad del cerramiento en ambas fachadas permite conectar visualmente interior y exterior, además de que la carpintería dispuesta permite concebir estos espacios a modo de exterior cubierto en la época estival, extendiéndose hacia el jardín exterior, cuyo pavimento verde se extiende hasta la misma fachada de la zona de día, reduciendo al mínimo imprescindible las zonas pavimentadas.
Este espacio conecta con la planta superior gracias a su doble altura, atravesada por el corredor de la primera planta, que recorre la vivienda de extremo a extremo proporcionando zonas de estancia y descanso gracias a su amplitud.
Estas zonas se conciben como una extensión en altura de los espacios situados en la planta inferior, tanto en el caso del salón como en el patio de entrada, conexión potenciada por la ligereza de los elementos de protección, barandillas materializadas por una tela de gallinero transparente anclada a ligeros montantes metálicos fijados al borde del forjado y de la escalera lineal que comunica ambas plantas.
En ambas plantas, los únicos espacios compartimentados se sitúan en un núcleo central pegado a la fachada opuesta. En planta baja integra el lavadero, situado tras el panelado de la cocina, un dormitorio doble y una pequeña sala de estar con baño y spa que vuelca hacia el patio de acceso y hacia el exterior, hacia la piscina.
En la planta superior, este núcleo incluye el dormitorio principal, situado sobre el spa, otra pequeña sala de estar, que ocupa la parte central, y un baño, situado en el otro extremo, sobre el núcleo húmedo de la planta inferior.
A diferencia de la planta inferior, el cerramiento en este nivel se vuelve más opaco, enmarcando las vistas de una forma más puntual, a través de pequeñas ventanas de formato cuadrado que enmarcan el paisaje en puntos estratégicos, favoreciendo en el caso del corredor vistas cruzadas que conectan el exterior a través del edificio.
Estas ventanas tienen un original acabado reflectante en todo su perímetro interior, que les permite actuar a modo de caleidoscopio.
Todas estas aberturas colaboran en el funcionamiento bioclimático pasivo, favoreciendo la ganancia térmica en la estación fría y la refrigeración de los espacios en la estación cálida gracias a la ventilación cruzada de los espacios y al efecto de chimenea que permite controlar la temperatura interior.
La imagen exterior del edificio acentúa su linealidad, potenciando la presencia de la planta baja con un acabado panelado metálico pintado de rojo, y desdibujando la presencia del nivel superior con un acabado neutro de color blando, resuelto con un revestimiento continuo autolimpiable en la zona habitable, y con un panelado traslúcido que deja vistas las costillas de la estructura en la zona correspondiente al patio de acceso y al garaje, que marca la imagen nocturna del edificio en el paisaje.
Los acabados interiores mantienen la misma paleta de colores, predominando as superficies neutras de color blanco, sobre las que resaltan las carpinterías rojas y el acabado de la fachada exterior en planta baja, que mantiene el panelado en el mismo tono que el exterior.
Parte del mobiliario fijo se encuentra integrado en el cerramiento o en los paramentos del núcleo central, mientras que las restantes piezas se reducen al mínimo y mantienen el mismo criterio de neutralidad, con colores discretos que pasan desapercibidos en el conjunto.
Imágenes de Alessandro Magi Galluzzi, Roberto Piccinni, Rossano Ronci y Paolo Semprucci