Portia es la única bodega del mundo diseñada por el afamado y prestigioso arquitecto británico Sir Norman Foster. Un proyecto arquitectónico espectacular, un símbolo de vanguardia y futuro. Una estrella de tres puntas en el corazón de Ribera del Duero
Las Bodegas Portia son unas nuevas instalaciones del grupo Faustino una de las principales denominaciones de origen (DO) españolas y una de las 11 regiones «de vino de calidad» que alberga la comunidad autónoma de Castilla y León.
El proyecto planteaba la oportunidad de considerar las bodegas desde una perspectiva diferente en tanto que tipología de edificio. Además de aprovechar la topografía del emplazamiento para contribuir al proceso de elaboración del vino y para proporcionar unas condiciones laborales óptimas, el nuevo enfoque reduce la demanda energética del edificio y su impacto en el paisaje.
Cada proyecto emana de una nueva idea que desemboca en una solución a medida para un emplazamiento específico y sus usuarios. Dirigimos el diseño y concertamos la investigación internacional con la acción local. El resultado es una arquitectura respetuosa con el clima y la cultura del lugar.
Luz, materia y alma, un icono de la arquitectura del mundo del vino. Acero, madera, hormigón y vidrio, su diseño aúna el equilibrio de los materiales con las formas, de la arquitectura con el paisaje y de la tierra con el cielo.
Inaugurada en octubre del 2010 su creación es el proceso pausado de materializar una idea, ponerle cimientos para que se sostenga en el aire. Aquí surge de la tierra lo que es el cobijo, el habitat y la antesala de los vinos que en ella se elaboran. Su impresionante estética y su arquitectura se conjugan a la perfección con la personalidad de sus vinos, de estilo moderno, de gran potencia, riqueza y elegancia.
La planta en forma de trébol refleja las tres fases principales de la elaboración: la fermentación en tinas de acero, el envejecimiento en barricas de roble y la maduración en las botellas. En el núcleo se ubica un centro de operaciones, desde el cual se controlan todos los estadios del proceso de producción.
El corazón de una flor con tres pétalos. Sir Norman Foster.
Tras la vendimia, las uvas se transportan a las bodegas a través de una carretera que asciende hasta la cubierta, desde donde se vuelcan directamente en la tolva. A partir de aquí se aprovecha la fuerza de la gravedad para trasladar la cosecha por el edificio, gracias a lo cual se maximiza la eficiencia energética y se minimizan los daños que sufren las uvas.
El ala donde tiene lugar la fermentación queda expuesta al exterior y permite que el dióxido de carbono escape de manera natural. Las alas que contienen las cavas con las barricas y las botellas están parcialmente excavadas en la pendiente del terreno. Esta disposición ayuda a generar las condiciones más favorables para el proceso de envejecimiento y constituye una parte esencial de la estrategia ambiental pasiva, pues permite aprovechar al máximo las propiedades térmicas de la tierra, que, junto con la masa térmica de la estructura de hormigón, regula el clima en el interior de las bodegas.
La cubierta volada proporciona sombra a los atrios acristalados y a las tinas expuestas y está dotada de módulos fotovoltaicos. La estructura está revestida con tejas de acero corten solapadas, cuyo color combina con las tonalidades naturales de los viñedos.
Reflejo del auge del turismo vitivinícola y de su trascendencia para el sector, en el corazón de la bodega hay una galería pública elevada que se extiende hacia entreplantas acristaladas, desde las cuales los visitantes tienen ocasión de contemplar los distintos estadios de la producción. Entre las tres alas, hay zonas de recepción con terrazas y elementos acuáticos sobre los viñedos. Forradas con listones de barricas de vino recicladas, estas zonas públicas evocan la larga tradición vitivinícola de la región.