El Museo Nacional Machado de Castro en Coimbra, un recorrido por XXI siglos de historia de una ciudad en Portugal
A veces la fortuna nos sonríe y tropezamos en un bar cualquiera con un desconocido que entabla conversación y nos regala una recomendación que acabará por ser una experiencia fantástica.
“Visite Coimbra, y por favor, no se pierda el Criptopórtico Romano de Aenium, en el Museo Nacional Machado de Castro”.
La antigua ciudad romana de Aenium, muy próxima de Conímbriga, se asentaba sobre una colina y custodiaba el tránsito por el río Mondego entre Olisipo y Bracara Augusta, actuales Lisboa y Braga. Una serie de galerías semisubterráneas abovedadas fueron erigidas para salvar la pendiente creando una plataforma artificial, el Forum de la ciudad.
Es posible bucear en el tiempo y recorrer 2000 años de historia en apenas unas horas siempre y cuando contemos con el mejor de los lazarillos, el arquitecto Gonçalo Byrne. Un foro romano, una basílica, la galería de Terzi, una iglesia barroca, un palacio episcopal renacentista, un museo nacional, y la conquista de dar coherencia y unidad al conjunto.
Complejos recorridos resbalan por edificios yuxtapuestos y estratos arqueológicos. Los caminos se entrelazan y no únicamente en el interior del edificio. Las aspiraciones urbanas de esta intervención permiten que crucemos miradas, además de con visitantes, con vecinos y transeúntes. Anticipamos salas y nos asomamos a las ya visitadas, salvamos los muros para colarnos en el entramado urbano, ampliando perspectivas y variando de escala con fluidez. El tradicional recorrido secuencial de los espacios museísticos se revisa y reformula permitiendo que, de un modo muy dinámico, el visitante descubra los tesoros artísticos que ofrece la ciudad.
El proyecto es un contenedor de historias, algunas muy antiguas y otras muy recientes. Piezas de diferentes tiempos y orígenes que se unen y superponen conformando una nueva entidad. Un zócalo en piedra, en coherencia con la materialidad de los edificios circundantes, funciona como basamento de un volúmen etéreo y translúcido que se enciende al anochecer.
El volumen central proyectado por Byrne acoge el ábside de la Capilla del Tesorero del siglo XVIII y la ilumina. Pedazos de mármol con inscripciones en latín descansan sobre forjados de hormigón. Viniendo del sur inevitablemente visitan mi memoria otros palimpsestos, el palacio en la fortaleza árabe de Granada o la catedral en la mezquita de la vecina Córdoba. Se respira en todos ellos el mismo aire de respeto por lo heredado y el reconocimiento de las singularidades de cada estrato arqueológico, reconocimiento que no veta la adhesión de una necesaria nueva capa.
Escrito por Cristina Pino desde PORTO
Fotografías de Duccio Malagamba