Reabierto durante el año 2018, conmemorado la Trienal Echigo-Tsumari fundada por Fram Kitagawa en el 2000, el espacio artístico Echigo-Tsumari se convierte gracias al proyecto de renovación de MAD Architects en un lugar único en la prefectura de Niigata. El proyecto de revitalización contempló la instalación de varios espacios artísticos permanentes a lo largo del histórico túnel de vigilancia, con la intención de recuperar la energía cultural que una vez empoderó a la región
El túnel de Kiyotsu, es uno de los lugares más famosos de Echigo-Tsumari, un área con más de 760 kilómetros cuadrados, que alberga aproximadamente 160 obras de arte en 200 aldeas realizadas en colaboración entre artistas y lugareños de renombre internacional.
Como parte del programa de 2018, el estudio de arquitectura internacional MAD Architects fue invitado a revitalizar el túnel Kiyotsu Gorge, un pasaje histórico con una longitud total de 750 metros, que atraviesa formaciones rocosas y ofrece vistas panorámicas de uno de los tres grandes abismos de Japón.
Aprovechando los cinco elementos de la naturaleza (madera, tierra, metal, fuego, agua), el equipo de diseño encabezado por Ma Yansong, transformó diferentes puntos a lo largo del túnel histórico mediante la realización de varios espacios arquitectónicos y atmósferas artísticas. Los diseños reinventan la relación entre los seres humanos y la naturaleza, y vuelven a conectar a los lugareños y visitantes con su entorno.
Al acercarnos al túnel encontramos Periscope, una cabaña de madera donde los visitantes pueden disfrutar del paisaje natural desde el cálido interior de madera mientras esperan su vez para la visita del lugar.
La entrada al túnel, lleva por nombre Expresión de Color, y está iluminada por diferentes luces colores en cada uno de sus miradores. Un sencillo juego de luces que presenta un mismo ambiente de diferentes formas, multiplicando de esta manera la experiencia sensorial de los visitantes.
La primera de las renovaciones del mirador es la Burbuja Invisible, una estructura similar a una cápsula de otro mundo que plasma la silueta del túnel mientras refleja completamente su entorno. Un espacio donde la ubicación pierde su propio sentido y consigue pausar el tiempo por un momento a todos aquellos que lo visitan. Por otro lado, en el segundo mirador se encuentra el espacio Gotas, un lugar con espejos convexos retroiluminados por luz roja que se alinean en la curvatura del tunel, elementos que consiguen un juego visual perfecto que incluso hace dudar de la homogeneidad de la propia estructura subterránea.
Y por último, la culminación del túnel con la Cueva de Luz, un lugar que aporta la misma cantidad de luminosidad que de quietud a un túnel que una vez fue oscuro y cubierto de rocío. Acero inoxidable semipulido recubre la estructura mientras una fina lámina de agua cubre su pavimento como si de mercurio se tratase. Una elección de elementos que atrae las siluetas de las formaciones rocosas, la exuberante vegetación y el agua turquesa de la zona hacia el espacio cerrado, convirtiendo la sala en un espejismo de belleza y fusión con la naturaleza.
A diferencia de las obras de arte individuales, este proyecto involucró elementos de arquitectura e ingeniería civil, por lo que se tuvieron en cuenta muchas limitaciones durante el proceso de diseño para realizar el proyecto sin disminuirlo porque, para el equipo de diseño de MAD Architects, el túnel no era solo un pasaje sino un viaje a través del arte y la naturaleza.
Escrito por María José Sanz desde YOKOHAMA
Fotografía de Nacasa & Partners Inc.