Miralles Tagliabue EMBT firma junto al artista Enzo Cucchi la iglesia de San Giacomo Apostolo en Ferrara. Un edificio altamente sugestivo y lleno de simbolismo abierto a toda la comunidad
A finales de 2021, se inauguró la nueva iglesia de San Giacomo Apostolo en Ferrara, obra del estudio de arquitectura Miralles - Tagliabue EMBT. Han pasado poco más de diez años desde que la Conferencia Episcopal Italiana encargó el diseño de la nueva iglesia al estudio con sede en Barcelona, como parte de la sexta edición de Proyectos Piloto.
El nuevo complejo confiere valor arquitectónico el barrio periférico Arginone, y se emplaza al final del eje visual formado por el nuevo puente que une este barrio con la ciudad al otro lado del río. Al mismo tiempo, el proyecto se propone como un catalizador urbano, un equipamiento para la entera comunidad tanto religiosa como laica, dotando de nuevos espacios que ofrecen servicios educativos, asociativos y recreativos comunitarios, así como salas polivalentes para una escuela cercana.
Refuerzan la idea de recibimiento, los dos caminos de acceso laterales que convergen en una plaza situada delante del imponente portal de madera, y que simbolizan dos brazos abiertos que acogen a la colectividad.
San Giacomo Apostolo es un edificio escultórico realizado con el lenguaje orgánico e inspirado en la naturaleza que caracteriza la obra de EMBT. El primer elemento representativo es la gran cubierta ondulada suspendida, de carácter ligero y revestida con cobre. Según declaraciones de Benedetta Tagliabue, “la inspiración llego desde el cielo”, ya que la arquitecta se inspiró en los globos aerostáticos que cubren el cielo de Ferrara durante el festival internacional que tiene lugar cada año en septiembre. La cubierta se coloca ligeramente sobre el lugar para hospedar a la congregación debajo de ella en un edificio permeable.
El otro gran concepto que determina la obra es la insinuación de los momentos más primitivos de la iglesia, cuando la misa se celebraba con objetos encontrados y donde los símbolos adquirían una gran importancia. El interior de la iglesia, en palabras de Tagliabue, recuerda una humilde cabaña con la cubierta de caña y las paredes de piedra.
El altar central situado sobre una plataforma circular, está formado por un bloque de piedra blanca de Trani prácticamente sin trabajar. Como retablo se ha instalado una cruz romana, obra del artista italiano Enzo Cucchi, elaborada con pietra serena e inspirada en la cruz de gemas paleocristiana que utilizaban los primeros cristianos. Esta cruz aparece rodeada de piezas de cerámica de colores brillantes que simbolizan estrellas y planetas, santos, ángeles y figuras sagradas del cristianismo.
Las bóvedas parabólicas de madera que citan las naves románicas y góticas, convergen sobre el altar con un lucernario que ilumina el espacio de manera muy sugerente con la luz cambiante del día. Sobre la nave vuela horizontalmente una impresionante cruz formada con vigas de madera recuperada durante la rehabilitación del antiguo Ayuntamiento de Ferrara.
Las fachadas del edificio alternan franjas de ladrillo a vista y yeso y grandes ventanales con marcos de madera que recuerdan las siluetas de los árboles cercanos al edificio. Aunque el lenguaje de la iglesia se contrapone a la arquitectura histórica ferrarense, Tagliabue introduce unos ladrillos trabajados de forma específica para conseguir una forma puntiaguda que rinde homenaje al célebre Palazzo dei Diamanti, símbolo de la ciudad y uno de los monumentos más emblemáticos del Renacimiento italiano.
Es así como Benedetta Tagliabue interpreta una iglesia contemporanea, muy rica de fuerza y simbolismos que evocan los primeros tiempos del cristianismo. Un espacio circular y envolvente que inspira a la espiritualidad y la meditación, pero que al mismo tiempo se convierte en un lugar de luz, amable y familiar, abierto a toda la comunidad.
Escrito por Aina Pérez i Verge desde TURÍN
Fotografías de Marcela Grassi