Casa Hernández, diseñada por el estudio madrileño Langarita-Navarro, se trata de un desafío que resuelve su programa y objetivos en una serie de estratos y acciones coordinadas a la par que consigue aunar la convivencia con el espacio natural y la reinterpretación del espacio doméstico para albergar obras de arte
En la periferia de Madrid, sobre los terrenos de los descampados que rodean la ciudad, han surgido una serie de urbanizaciones cuyo planeamiento ha sido totalmente indiferente al paisaje y la convivencia con la naturaleza.
Vista desde la calle
El proyecto se ubica en uno de esos barrios de nueva construcción, en una parcela bien orientada que ocupa la posición final de una larga fila de adosados en contacto con un pequeño parque.
Convivencia entre naturaleza y arte
La vida cosmopolita de los clientes, su memoria de los paisajes vividos en el norte de Europa y la dedicación al mundo del arte llevó a desafiar las normas urbanísticas para conseguir los dos objetivos anhelados: espacios altos y luminosos para las obras de arte y la necesidad de vivir conectados con un espacio exterior diverso.
Límites
Con todo esto el proyecto se plantea como una estratificación de acciones coordinadas en sección. Mediante una generosa escalera helicoidal de acero y madera se permite recorrer de forma vertical la casa y tener una visión dinámica de todos los estratos.
Espacio doméstico
La primera acción consiste en crear un nuevo nivel 0 mediante la excavación total de la parcela. Se obtienen así alturas generosas que de otra forma la normativa no hubiera permitido y se consigue llegar cerca del nivel freático, lo que proporciona la humedad suficiente para lograr un mejor comportamiento térmico de la casa y unos jardines frondosos con poco riego.
Escalera helicoidal
El orden programático habitual de la casa se invierte. El sótano se convierte en un espacio privilegiado en el que se agrupan los espacios lúdicos y compartidos del hogar abiertos a dos paisajes, uno luminoso y variado en el patio sur y otro homogéneo y sereno en el patio norte.
Comunicación entre estratos
La segunda acción consiste en diseñar una colección heterogénea de conectores que permiten resolver el desnivel entre la calle y el volumen construido; una rampa oblonga de madera, un plano permeable de trámex que sirve como aparcamiento de vehículos y la bandeja del jardín y piscina.
Conectores
Estos conectores se diseñan para potenciar el flujo del aire y favorecer los movimientos evapotranspiradores tanto de los jardines de la planta inferior como de la piscina. Estos movimientos mejoran el comportamiento térmico de la casa en verano y al mismo tiempo permiten la entrada de luz y sol en invierno. Frente al ladrillo omnipresente del barrio, el proyecto propone una fachada ventilada de tejas de madera
Transición
La tercera acción consiste en elevar un volumen ligero de madera sobre unas esbeltas patas. Este volumen recupera las alineaciones de las edificaciones cercanas y da continuidad volumétrica al alzado urbano. Así mismo se orienta al este para aprovechar las vistas del parque colindante y se protege de las miradas vecinas en las fachadas sur y norte. En la cubierta, un jardín de cactus permite alcanzar las vistas lejanas de la Sierra de Madrid.
Espacio de cubierta
Langarita-Navarro arquitectos
Fotografías de Rafael Trapiello