A la hora de proyectar el edificio de Artes Visuales de la Universidad de Iowa (Estados Unidos), el estudio Steven Holl Architects traslada la interconexión entre las distintas disciplinas artísticas a la concepción espacial del interior de la edificación, entrecruzando los espacios de circulación para crear diferentes áreas de relación social.
El edificio se localiza en el campus de la Universidad de Iowa. Su uso se vincula con diversos departamentos de Artes Visuales, relacionados con la Escuela de Arte e Historia del Arte. Se levanta en el mismo lugar donde se ubicaba una edificación anterior que databa de 1936 y que, tras una inundación en el año 2008, quedó tan dañada que tuvo que ser demolida.
En las proximidades se encuentra el Edificio Oeste, también destinado a Arte, que fue proyectado, igualmente, por Steven Holl. Su inauguración en 2006 supuso la apertura de un centro de atracción de estudiantes, gracias a sus salas, espacios sociales y biblioteca.
El nuevo edificio de Artes Visuales toma como referente al Edificio Oeste, vinculando su posición, disposición y flujo de circulaciones al entorno edificado que le rodea, alineándose al trazado viario existente y conformando una gran plaza entre ambos inmuebles.
La aceptación de todos los condicionantes del lugar hace reconducir los flujos peatonales del campus, que se introducen en el volumen, facilitando la conexión desde diferentes puntos. Al ser atravesada, casi en diagonal, la planta baja del edificio se vuelve permeable para aquellos que se dirigen al Edificio Oeste y buscan el camino más directo.
La proximidad de ambas edificaciones, su uso vinculado con la Escuela de Arte y el espacio público de relación existente entre ambos edificios, el movimiento continuo de estudiantes que, de uno a otro, utilizan las distintas instalaciones y su complementariedad, los hacen conformar un campus propio vinculado a las Artes Visuales, reuniendo docencia y práctica artística en un mismo lugar.
Si en el Edificio Oeste se buscó generar un espacio horizontal muy poroso al entorno, el nuevo edificio de Artes Visuales se proyecta, al contrario, como un volumen de porosidad vertical, de carácter compacto pero, a la vez, perforado, moldeado, horadado.
Utilizando el símil del río Iowa que rompe de manera abrupta la trama del campus, forzando a que se vuelva orgánica en sus puntos de contacto con la ribera, el Edificio Oeste empleaba una geometría irregular, desdibujando sus bordes. En el caso del nuevo centro de Artes Visuales, su posición dentro de la trama va acompañada de una compacidad en su definición volumétrica, que se ve alterada superficialmente.
Exteriormente, la volumetría se muestra como una superposición de capas que se van desplazando en su desarrollo vertical. Este deslizamiento de capas varía en cada nivel, conforme se va ascendiendo, dando lugar a formas diferentes, a una geometría cambiante.
El volumen se ve taladrado por una multitud de huecos y vanos de iluminación de tamaños variados. Las incisiones en el volumen, concretadas como superficies curvas que horadan las caras rectas del edificio, se materializan en U-glass, introduciendo la luz hasta el corazón mismo de la edificación.
Sin un sistema unitario que ordene las fachadas, perforadas por una miríada de ventanas, la piel de la edificación asume el papel de unificar la imagen exterior, dando un tratamiento continuo a todo el cerramiento. La doble piel se genera a partir de un entramado de paneles perforados de Rheinzink, una fachada trasventilada que matiza, al interior, la luz natural y deja visible, al exterior, la luz artificial.
El programa del edificio de Artes Visuales comprende diferentes departamentos, incluyendo espacios para la práctica de artes plásticas, metal y orfebrería, joyería, cerámica, diseño gráfico y 3D, grabado, fotografía, audiovisuales y técnicas multimedia, aunque el carácter neutro y adaptable de sus salas posibilita el desarrollo de cualquier tipo de manifestación artística.
La edificación también contempla otros usos vinculados con la docencia, como aulas teóricas para Historia del Arte, salas y despachos para profesores, espacios administrativos y de gestión, galería y espacios de exposición, taller al aire libre y pequeños estudios para alumnos y graduados.
La planta, casi cuadrada, parece esponjarse con los cortes verticales de su perímetro. Las incisiones de luz, de forma curvada, independizan las distintas secciones y usos. Un vacío central en toda la altura del edificio unifica e interconecta el espacio interior.
Para favorecer la interconexión entre disciplinas artísticas, la relación entre departamentos, la retroalimentación entre distintas manifestaciones, o los contactos entre alumnos de cursos y materias diferentes, los elementos de comunicación (horizontal y vertical) se convierten en espacios de carácter social que estimulan los encuentros, la visión cruzada entre niveles, la colaboración interdisciplinaria, alentando la participación y la interactuación.
Los espacios de comunicación gravitan alrededor del gran vacío central, el núcleo de la edificación convertido en un lugar repleto de actividad. La dimensión y el trazado de estos elementos permite la improvisación de clases, el ensayo, la práctica, el trabajo en grupo o la exposición de obras y trabajos. Rampas, corredores y escaleras conforman un anfiteatro sobre el vacío.
El interior se define de manera neutra a partir del dominio de las superficies blancas, suelos continuos, con equipamiento y carpinterías en madera de tono claro. El predominio del blanco deja el protagonismo a las obras y a los trabajos de los alumnos, sin restarles protagonismo. La luz natural, que entra por las incisiones del volumen, reverbera por los paramentos inundando todo el espacio.
El carácter neutro es especialmente visible en los talleres y salas de trabajo. El blanco impoluto se ve acompañado de un suelo continuo de color gris. Muros de U-glass, lucernarios y ventanas, algunas tamizadas por los paneles perforados de fachada, crean una atmósfera interior luminosa.
Los talleres se muestran como espacios de trabajo eficientes, adaptables a cualquier uso y disciplina artística. Se trata de espacios continuos y abiertos, sin apenas compartimentación, donde pantallas de vidrio crean una conexión visual directa con los espacios adyacentes. El trabajo queda expuesto a la visión de todos. La creación artística, en sus distintas disciplinas, se muestra como estimulo creativo para el resto de estudiantes.
El edificio de Artes Visuales de Steven Holl Architects, esponjoso en su exterior, condensa en su interior múltiples posibilidades de desarrollo artístico. La arquitectura como contenedor ha creado un espacio de interconexión entre disciplinas, potenciando la transfusión de ideas y el contagio de experiencias.
Si admitimos que Gombrich tenía razón cuando afirmaba que no existe realmente el arte, tan sólo hay artistas, entonces tendremos que admitir que Steven Holl no ha creado un edificio para el arte, sino para los artistas.
Fotografías de Iwan Baan