Propiedad de Nestlé en la actualidad, este espectacular edificio construido en acero y ladrillo cara vista policromado, está declarado patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Las técnicas de construcción industrial, cuyas bases tienen su origen en el siglo XIX, respondían a la proliferación de nuevos tipos de edificios que influirían en la arquitectura del siglo XX. El hierro, en sus comienzos, se limitó en gran medida a edificios industriales y a obras de ingeniería. En sus aplicaciones a la arquitectura, la estructura se solía ocultar tras un disfraz de apariencia arquitectónica convencional.
Sede actual de Nestlé en Francia, el Edificio de Turbinas (1871-1872), en Noisiel-sur-Marne, cerca de París, suministraba energía hidráulica a la fábrica de chocolate Menier. Su arquitecto, Jules Salunier, prefirió expresar en el exterior el esqueleto estructural del edificio, en esencia un molino de agua, concibiéndolo como un puente sobre el lecho del río.
La estructura ligera de hierro forjado, recubierto por una delgada envolvente de ladrillo, constituye un ejemplo claro de integración racionalista de estructura, función y decoración, propugnadas por el arquitecto y teórico Viollet-le-Duc. Con su estructura de hierro y delgado revestimiento, el edificio anunciaba la llegada de técnicas que revolucionarían la arquitectura del siglo XX y en concreto, el Movimiento Moderno.
El molino de agua va de un lado a otro del río Marne, empelando la energía hidráulica para mover las turbinas que, a su vez, suministraban la energía que movía las máquinas de refinar el chocolate. Arriostrado por los tirantes diagonales, todo el muro actúa como una viga de celosía, creando una estructura ligera y económica. Para eliminar las columnas del nivel principal de trabajo, el último piso va colgado de las cerchas de cubierta.
La superficie del edificio es absolutamente lisa, sin salientes ni entrantes. El cerramiento y la estructura se reducen al mínimo, con predominio de las líneas verticales. El muro de ladrillo hueco no cumple función estructural alguna, sino que se convierte en una especie de cortina colgada, o panel apoyado, independiente de la estructura; es tan solo un cerramiento de relleno entre la retícula estructural de hierro forjado con arriostramientos diagonales o cruces de San Andrés.
La decoración es un aspecto fundamental del edificio. El racionalismo del siglo XIX pretendía integrar estructura y ornamento. En este caso, la fábrica de ladrillo polícroma y las molduras decoradas son una respuesta a la forma estructural de edificio. El color da vivacidad a la fachada y acentúa la geometría de la estructura reticular.
Los medallones circulares se decoran con incrustaciones en las que se alternan figuras de cocoteros con el logotipo de Menier.
La estructura reticular permite incrementar la superficie de ventanas. La luz natural era imprescindible en los procesos industriales antes de la llegada de unos sistemas de iluminación baratos y seguros.
En el interior los forjados están formados por delgadas bóvedas de ladrillo apoyadas en viguetas de hierro forjado de doble T, que cruzan perpendicularmente el edificio. En el segundo piso las viguetas tienen sección en cajón o tubular, para soportar el mayor peso de la maquinaria.
Alarde técnico y decorativo, el edificio es una buena prueba de la creatividad y el espíritu emprendedor que se desarrolló en el siglo XX.
Imágenes: Arquitectura en acero; Arqueología y Patrimonio Industrial; Una pizca de Cine, Música, Historia y Arte; Arte, la Guía 2000.