Equipo Olivares arquitectos en colaboración con Jorge Díaz Estudio ha diseñado los nuevos viveros de investigación aprovechando la topografía de la ladera para integrar contenedores metálicos y espacios en sombra que equilibran técnica, sostenibilidad y una relación respetuosa con el paisaje costero de Tenerife
El Palmetum de Santa Cruz, referente mundial como Parque Botánico especializado y una de las mayores colecciones de palmeras de islas tropicales de todo el mundo, requería mejorar sus instalaciones incorporando viveros de investigación científica, así como vestuarios para los operarios y una oficina para los biólogos.
La parcela asignada, de orientación sur (en un lateral de la montaña que conforma el Parque, ofreciéndose al imponente panorama del océano y la costa este de la isla de Tenerife), quedó como resultado de una mordida previa: un muro de contención quebrado formó en su día la plataforma que, encajada en la ladera, supuso la franja de terreno que debíamos ocupar.
Y así, atendiendo a las cicatrices del lugar, partimos de esa fractura para disponer las piezas: siguiendo la geometría encontrada, los cuatro contenedores, levemente girados, dejando un estrecho margen entre ellos y permiten, al mismo tiempo, la disposición de un sendero de servicio, deambulatorio junto al muro. De manera que, en las áreas de trabajo entre los edificios, la cercanía entre las piezas y el angosto callejón trasero facilitan espacios en sombra, de escala reducida, que favorecen la ventilación y minoran el soleamiento directo.
Los viveros, por lo demás, funcionan como espina de pez, engarzados en un pasillo pavimentado –el cual los recorre de modo transversal-, ordenando accesos y segregando con sencillez los diferentes usos. En los extremos del conjunto se sitúan el edificio de servicios y la oficina, quedando entre ellos los viveros principales, con óptima orientación, cada uno con condiciones muy específicas de humedad, horas de luz y ventilación.
Un programa monitorizado controla las particulares condiciones solicitadas y, a partir de la medición de cada parámetro, coordina las diversas instalaciones asegurando la óptima ventilación, el exacto grado de sombreo, la necesidad de nebulización o, en su caso, el encendido de luces de apoyo para el crecimiento de las especies en desarrollo.
Se debió tener muy en cuenta igualmente la escasa resistencia de un terreno de relleno, de manera que se proyectó una cimentación de vigas en T de hormigón armado sobre cuñas de hormigón ciclópeo, en la que apoyamos la estructura metálica, construida con perfilería atornillada Tratamos, en fin, de minimizar los asentamientos al tiempo que facilitar su puesta en obra.
En cuanto a los materiales utilizados, las fachadas se conforman con un cerramiento de acero galvanizado forrado con placas de policarbonato de doble textura (la franja inferior traslúcida; la superior y cubierta, opalizadas), pensadas para equilibrar la escala de los edificios ofreciendo una cobertura de sutiles transparencias, ideal para el desarrollo de la vida vegetal en el interior. Los equipamientos interiores se diseñaron así mismo con acero galvanizado y tableros alistonados de madera de pino; combinados con permeables mallas deployé en los falsos techos, que aportan un contrapunto cálido. En el acondicionamiento exterior, al fin, el pavimento de tierra apisonada evita el efecto de isla de calor y ancla discretamente al territorio una instalación industrial plagada de múltiples requerimientos técnicos.
Equipo Olivares arquitectos | Jorge Díaz Estudio
Fotografías de Flavio Dorta
El Palmetum de Santa Cruz renueva su infraestructura




















