ARQUITECTURAYEMPRESA propone hoy esta exclusiva entrevista a otro prestigioso estudio que pertenece a nuestra Guía de Arquitectos de España (G.A.E.). Hablamos con Virgilio Gutierrez Herreros,
Nos asombra y deleita la exquisita sensibilidad con la que proyectas tus obras y como te adaptas a entornos tan privilegiados. ¿Cómo te enfrentas a encargos como el de La Mareta o la Casa Barrera, proyectos en los que el arquitecto debe de asumir una gran responsabilidad con el medio? ¿Qué herramientas utilizas para garantizar el resultado: el material, la forma, las texturas…?
Preocupados por la delicada fragilidad del lugar donde tenemos la fortuna de intervenir, nos esforzamos, de una manera casi obsesiva, en descifrar el sitio para comprender sus condiciones intrínsecas y así, solapadas al problema funcional que las personas que depositan la confianza en nosotros nos plantean, poder ofrecer una solución que procure reinterpretar esas cualidades excepcionales como principio de cada una de las decisiones que finalmente hemos de adoptar.
La sensación de vivir en la orilla, aislado ante un horizonte inescrutable, condiciona nuestro carácter.
La costa, la medianía, la ladera y el perfil topográfico, la orientación, el asoleo, las sombras y sus recorridos, la luz de un cielo imponente, el alisio y las constantes brisas, las vistas y ese horizonte antes aludido, el origen eruptivo, la ubicación norte o sur, la bruma y la calima, la vegetación exuberante o desértica, sus fragancias, los infinitos contrastes de un territorio sorprendente, son realmente los materiales que acomodan las necesidades a resolver.
La casa Barrera ( desarrollada con Blas P. Ojeda ), situada en el límite del suelo urbano junto a un barranco, en una ladera sobre Santa Cruz de Tenerife, define su organización dentada a fin de asegurar la mirada desde cada una de las dependencias de sus dos plantas sobre la ciudad, el puerto y el omnipresente horizonte. La forma es simplemente una traducción de ese deseo. Los aleros de hormigón protegen del sol meridional y la disposición estratégica de huecos y claraboyas, además de enriquecer las visuales transversales, relaciona estrechamente la casa con el habitat en el que se ubica, ligándola a la condición pétrea del bancal sobre el que se asienta y a la condición efímera, a las texturas y matices, a los colores, de las plantas que espontáneamente crecen en el cauce.
La pequeña agrupación de apartamentos en La Mareta ( desarrollada con Eustaquio Martínez ), situada en primera línea de mar frente a una pequeña playa de callaos en el sur de la isla, igualmente en el límite del suelo urbano junto al cauce de otro, en este caso, pequeño barranco, pretende reinterpretar el perfil transversal de la isla. Las diferentes unidades se escalonan en tiras perpendiculares a la costa, asegurando así, en todo caso, las vistas de cada una de ellas sobre el mar y el horizonte. La forma vuelve a ser una traducción de la voluntad de respuesta a las condiciones del entorno. Las viviendas cierran sus fachadas al noreste castigado por el alisio, facetan sus cubiertas a dos aguas azocando los patios anejos y abren sus fachadas que se vuelcan al mar en el sur y a los parajes naturales, protegidas en este caso por lamas orientables, en el oeste.
La utilización de materiales, ya 'tradicionales' en la isla desde finales de los años sesenta del siglo pasado, como el hormigón armado visto, la piedra, la madera y los revestimientos de cemento, lisos o rugosos con piedra de picón, caracterizan ambas intervenciones.
El énfasis en yuxtaponer las demandas funcionales a las condiciones del lugar y el empeño en el control adecuado de las escalas son esencia del trabajo que procuramos, caracterizando otros ejemplos más recientes, como la casa en el Camino de San Diego, la casa en la subida a la Mesa Mota, la reparación de una pequeña y antigua casa en una roca sobre el mar en Las Aguas, o la agrupación de ocho villas en el sur con vistas a la isla de La Gomera ( desarrollada con Eustaquio Martínez ), haciendo de la vivienda una apasionante oportunidad para la continua reflexión sobre el 'cómo construir los paisajes insulares'.
¿Crees, como hemos señalado en la entradilla, que los arquitectos tinerfeños expresáis una cierta lírica en vuestras obras, influidos tal vez por la magnífica naturaleza que os rodea? ¿Existe un efecto Manrique?
Siempre digo que no se qué significa eso de ser o sentirse arquitecto. Sólo tengo la fortuna de poder hacer; de procurar trabajar ofreciendo una respuesta personal, siendo consciente, en todo momento, de mi incapacidad.
Agradezco inmensamente la confianza de las personas que acuden a nosotros para resolverles determinados problemas; y que nos permitan ejercitar la responsabilidad de cómo colocar un objeto, sin enmascarar, en ese paisaje extraordinario que nos rodea.
Existe un inmenso respeto hacia el lugar, aunque siempre antepongo, como principio, el hombre a la naturaleza. Por ello, de las experiencias, por encima de la bondad o no de los resultados, me quedo con la oportunidad de experimentar procesos concretos; de pensar y de reflexionar, perdido, plácidamente, en esos espacios intermedios, personales, de las tensiones entre opuestos.
Existe, quizás en mi, un efecto Padorno.
¿Cómo fue la experiencia del TEA con Herzog&Meuron, tanto en la fase de proyecto como en la dirección de obra? ¿Qué destacarías del resultado?
TEA ha sido una experiencia impagable. He tenido la oportunidad de participar de un proceso que se inicia en el año 1998 con las primeras ideas y que se termina, diez años después, con la inauguración del edificio a finales del año 2008; aunque sigo ligado al mismo como miembro de su Consejo de Administración.
TEA es más que un edificio. Es una calle. Y la calle es la esencia del encuentro y de la convivencia. TEA construye, por tanto, la ciudad. Resuelve la transición entre la ciudad fundacional y, digamos para entendernos, el 'ensanche', dando solución a los problemas de topografía y de diferencia de cotas que existía entre ambas partes, antes inconexas entre si. TEA es un ejemplo significativo de respuesta a uno de los mayores retos de la arquitectura contemporánea: la construcción del espacio público. Dicho esto, poco más que añadir.
Nunca podré agradecer a H&M la confianza que, todos estos años, han depositado en mi.
Desde el año 1998 vengo, casi interrumpidamente, colaborando con ellos en diferentes trabajos.
El extraordinario laboratorio de ideas que es su despacho me ha permitido asombrarme continuamente de su hacer y, a la vez, tomando las distancias necesarias, ayudarme a ser consciente de 'mi medida': de dónde vivo; de la realidad socioeconómica y cultural de nuestro entorno; de la fragilidad insular; de lo que podemos y no podemos, o no debemos, hacer u ofrecer; del rigor y de la responsabilidad con la que se deben atender todas las oportunidades que se te plantean; del necesario equilibrio y ajuste de las respuestas a sugerir en cada caso concreto; de la humildad con la que debes afrontar todas las relaciones y todos los procesos; de ser consciente de las propias limitaciones; de la necesidad de ser tu mismo y de procurar mejorar en el trabajo cada día.
© Arquitecto Virgilio Gutiérrez Herreros