GRANDES DESPACHOS

Extrañeza y surrealismo: rehabilitación del hospital militar Gaujot de Dominique Coulon

La rehabilitación que propuso Dominique Coulon para el antiguo hospital militar Gaujot, en Estrasburgo, invierte los convencionalismos para espacios de oficinas, consiguiendo ambientes coloristas y situaciones de extrañeza.

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La rehabilitación que propuso Dominique Coulon para el antiguo hospital militar Gaujot, en Estrasburgo, invierte los convencionalismos para espacios de oficinas, consiguiendo ambientes coloristas y situaciones de extrañeza.


Con treinta años de profesión, Dominique Coulon posee una trayectoria consolidada caracterizada por su compromiso con la sostenibilidad y el respeto al contexto donde actúa, siempre desde un punto de vista poliédrico: medioambiental, social e histórico. Asociado en 2008 a Steve Letho Duclos y Olivier Nicollas, y en 2014 a Benjamin Rocchi, el estudio Dominique Coulon & Associés tiene su sede en Estrasburgo.



Uno de los proyectos donde se puede comprender la filosofía de sus actuaciones es la rehabilitación del hospital militar Gaujot (2007), reconvertido en un complejo administrativo.





Se trata de un conjunto edificatorio que había sido modificado, sucesivamente, a lo largo de su historia. La arquitectura racional de la edificación militar había posibilitado su fácil transformación en una sede administrativa formada por oficinas de distintos departamentos. La propuesta respeta el paso del tiempo y los cambios sufridos, devolviendo al espacio entre los edificios el carácter de patio, un espacio abierto y arbolado.





Exteriormente, la intervención potencia los restos patrimoniales y la imagen conservada de las edificaciones. Las necesarias actuaciones de acupuntura, como el nuevo núcleo de comunicación vertical, muestran una clara abstracción alejada de cualquier formalismo.







El acceso impacta al visitante, que quizás esperaba encontrarse con una entrada más convencional. En un primer ámbito completamente blanco, unos troncos de árbol se interponen en su camino, como piezas de arte encontrado, un objet trouvé surrealista.







Al fondo del vestíbulo, el espacio horizontal de circulación se reviste de negro, generando una empalizada, de nuevo con troncos, como trasera del punto de control e información.







Las modificaciones estructurales y las transformaciones en las compartimentaciones habían generado situaciones anómalas o extrañas que no han sido suprimidas. Al contrario, ese efecto de extrañeza se refuerza con la fragmentación de superficies y la construcción de nuevos falsos techos.







Las circulaciones y espacios sinuosos se potencian con elementos y muros curvos. Estos nuevos espacios, configurados como túneles o pasadizos se pintan de colores brillantes, ayudando a remarcar la transición entre las diferentes alas.









El color se convierte en uno de los elementos fundamentales para la ambientación. Los distintos departamentos se diferencian gracias a los materiales y los tonos de color.







En algunos espacios, como en la gran sala de reuniones, el color vuelve a ser el protagonista, gracias a su aplicación fragmentada. La pintura, de un color rojo intenso, deja de ser continua en todos los paramentos, para aplicarse de manera discriminada.









Continuando con el contraste de tonos, la mesa oscura tiene por contrapunto las sillas en color rosa chicle. El efecto sorprendente del espacio diluye la tradicional seriedad que se sobreentiende para salas de este tipo.









En los espacios bajo cubierta, se destacan los movimientos de pliegues y pendientes, reforzados por los juegos lumínicos, en algunos casos de luz natural pero, fundamentalmente, producidos por líneas de luz artificial.







En las cubiertas mejor conservadas, las cerchas quedan integradas dentro de los espacios, algunas de ellas formando parte del nuevo mobiliario, gracias a piezas acopladas y prótesis. Como pieza de equipamiento, el elemento estructural adquiere connotaciones decorativas.







Del efecto psicodélico de los ámbitos de distribución y circulación, se entra en los espacios de trabajo, principalmente en blanco. Tienden a ser espacios mucho más serenos, sin tonalidades brillantes que puedan perturbar su adecuada funcionalidad.







En estos despachos sobresale el empleo de las lámparas Zorro, diseñadas también por Dominique Coulon. Sus formas angulares y quebradas, o su posición en el espacio, recuerdan las esculturas minimalistas de Robert Morris o Tony Smith.







La heterogeneidad de los condicionantes de partida tiene su reflejo en la complejidad de la intervención. Ante los prejuicios y las ideas establecidas, Dominique Coulon desafía los convencionalismos y la seriedad de programas similares. ¿Quién dijo que unas oficinas debían ser aburridas?



Fotografías de Jean-Marie Monthiers



Dominique Coulon & Associés

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