Tras muchos años de ser un espacio de contemplación del paisaje pedregoso del sur de la Ciudad de México, una obra de arte es amenazada por un edificio cuando este apodera del protagonismo y acapara las miradas.
Son ya más de 40 años desde que un grupo de artistas crearon colectivamente el Espacio Escultórico, un conjunto escultórico conformado por 64 prismas triangulares dispuestos sobre una circunferencia de 100 metros de diámetro y que enmarcan las huellas de lava petrificada tan característica del sur de la Ciudad de México.
El lugar forma parte del llamado Centro Cultural Universitario, un complejo de edificios diseñados para albergar conciertos, obras de teatro y proyecciones de películas que a su vez se alternan con esculturas de gran escala dispuestas sobre el paisaje al aire libre.
Entre los artistas encargados de su diseño se encuentran Helen Escobedo, Miguel Felguérez, Mathias Goeritz y Federico Silva, quienes plasmaron en esta obra la influencia recibida por el Land Art al mismo tiempo que intentaron expresar el eco del pasado volcánico de la zona y sus reminiscencias de culturas prehispánicas.
En cierta forma la obra sirve también como una articulación entre el lenguaje de arquitectura moderna del Campus Central de la Universidad Nacional (ubicado a unos cuantos kilómetros al norte) y los vestigios del basamento piramidal circular de Cuicuilco (localizado a pocos kilómetros al sur)
Debido a las características peculiares del sitio y al estar dentro de una zona de valor ambiental, el Espacio Escultórico durante muchos años gozó de la fama de ser un lugar de descanso y tranquilidad, desde donde se podría admirar la cadena montañosa que rodea parte del Valle de México, así como vegetación endémica que ha logrado a través de muchos siglos, adaptarse al difícil suelo rocoso del pedregal.
Sin embargo desde finales del 2015, las autoridades a cargo de la obra y del Campus Universitario dieron su visto bueno para la edificación de una nueva torre que albergaría la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en una zona designada de amortiguamiento para no dañar los bienes culturales y su apreciación.
Fotografía de Cuauhtémoc Islas
Mejor conocido como Edificio H, la torre evidentemente interrumpe la horizontalidad de la obra y con ello sus valores sobre los cuales fue diseñada. Después de 1 año de haber iniciado el debate y tras distintos eventos y organizaciones que abogaron por el ocultamiento, reducción o hasta eliminación del edificio, el comité encargado de tomar una decisión resolvió que la torre en cuestión no sería demolida ni parcial ni totalmente.
Después del revuelo causado por esos años y los meses de aislamiento sanitario en los cuales se ha limitado el acceso al Espacio Escultórico, los ánimos y las discusiones han también han disminuido. Sin embargo, la lucha por el horizonte seguirá y posiblemente volverá a crecer ahora que de nueva cuenta se pueda caminar por entre sus monolitos y reconocer que el edificio todavía sigue ahí.