La nueva biblioteca de Rottenburg, Alemania, diseñada por Harris + Kurrle Architekten, constituye un nuevo lugar de encuentro público en pleno centro histórico, creando una correcta transición entre el palacio episcopal y la trama medieval de la ciudad.
El edificio, de más de 2.000 m2, ocupa una estrecha parcela longitudinal cuyo testero forma parte del perímetro de la pequeña plaza existente junto al palacio, un pequeño ensanchamiento en el entresijo de calles del céntrico barrio en el que se integra.
El volumen, una gran pastilla de PB + 4, apuesta por una estética neutra, con una fachada continua de color gris intenso donde se abren grandes ventanales cuadrados, que establecen un diálogo con los huecos de las edificaciones vecinas, rematado con una potente cubierta a dos aguas cuya inclinación marca la transición entre la diferencia de escalas entre el palacio y el barrio.
La fuerte inclinación de la cubierta permite aprovechar al máximo el espacio bajo la misma en el último nivel.
No se trata de una biblioteca al uso, puesto que la tipología se ve adaptada a los condicionantes impuestos por la geometría de la parcela, favoreciendo el desarrollo en altura del edificio.
El acceso se sitúa en una de las fachadas longitudinales, la cual sufre un sutil quiebro que muestra la clara intención de abrirse hacia la plaza, invitando a los transeúntes a entrar en el edificio.
Una vez en el interior, el edificio se caracteriza por disponer de una planta totalmente diáfana, donde tan sólo los núcleos de circulación vertical y de servicios se encuentran compartimentados, ocupando los extremos del edificio.
La planta baja cuenta con un espacioso hall y una cafetería que puede funcionar de forma independiente de la biblioteca, dando un mayor servicio a los ciudadanos.
En las plantas superiores se encuentran las diferentes salas, con espacios para la consulta de libros, para la lectura, zonas con ordenadores, etc., configurando distintos ambientes que cubren las necesidades y demandas de todo tipo de usuarios.
El hilo conector entre todos los niveles es la presencia de estanterías integradas en los cerramientos, las cuales se intercalan entre los huecos de las ventanas, que varían su posición de una planta a otra dando dinamismo a la fachada, cuya profundidad permite concebirlas como parte del mobiliario, ejerciendo los marcos como asientos añadidos donde pararse a leer conectado con la ciudad exterior a través del cerramiento de vidrio.
El tamaño de la superficie de estos huecos consigue además poner en valor el edificio dentro de la imagen nocturna de la ciudad.
Otro elemento común a todos los niveles es el carácter casi doméstico del espacio, gracias al mobiliario escogido y las alfombras, que además aportan la nota de color junto a los marcos de las ventanas, contrastando con la paleta casi monocroma de los acabados interiores.
Imágenes de Roland Halbe