Passive Butterfly, de EME Design, es uno de los proyectos más laureados en el 2018 por el empleo de criterios sostenibles en la ampliación de una vivienda con orientación sur, alcanzando los estándares de passivhaus.
La casa se sitúa en una parcela de 435 m2, con una edificación existente de 150 m2 situada al norte de la misma. La ampliación, ubicada en el lado sur de la antigua vivienda, añade otros 170 m2, que cuentan con 3 dormitorios, 2 baños y una sala de estar-cocina de planta abierta. Además, la ampliación añade 2 terrazas exteriores para el disfrute de la vida al aire libre.
La parte edificada se concibe con una volumetría muy compacta que permite destinar gran parte de la superficie en planta de la parcela al jardín, con un área de 241m2, así como un cobertizo 25 m2. Este espacio verde que rodea la vivienda forma parte del concepto sostenible aplicado, puesto que no sólo promueve un estilo de vida saludable en contacto con la naturaleza, con zonas donde poder cultivar alimentos, sino que la propia vegetación y las láminas de agua existentes entre la misma ayudan a refrescar el ambiente exterior durante la época de verano, climatizando la vivienda al penetrar el aire fresco por las ventanas dispuestas.
El nuevo volumen utiliza diversos criterios pasivos para conseguir una alta eficiencia energética. Los más destacados son el uso de un cerramiento de tierra apisonada y la disposición de una cubierta a dos aguas en forma de mariposa, la cual otorga su nombre al proyecto.
El cerramiento de tierra, además de utilizar un material natural, accesible, sostenible y respetuoso con el medio ambiente, proporciona una gran inercia térmica a toda la envolvente. Durante el invierno actúa como un disipador de calor, concebido como el principal sistema de calefacción de la casa. Ello, unido a la disposición de un sistema de recuperación de calor durante la época fría, así como a la disposición de ventanas que garantizan una ventilación cruzada durante la época estival, garantiza una temperatura prácticamente constante en el interior de la vivienda, con fluctuaciones en torno a 1,5 ºC la mayor parte del año. Estas condiciones permiten minimizar los gastos energéticos tanto de calefacción como de refrigeración, consistentes en estufas de leña y ventiladores de techo respectivamente.
Además, la disposición de la cubierta en forma de mariposa permite disponer ventanas orientadas al norte que iluminan y ventilan estos espacios dispuestos al sur de la parcela. De este modo se minimizan los huecos en las orientaciones de mayor incidencia solar. Estas ventanas elevadas actúan a su vez de escotillas para la disipación del calor en época estival.
La cubierta integra además paneles fotovoltaicos que suministran energía a la vivienda.
El aislamiento no sólo se limita al nuevo volumen edificado, sino que también se introducen mejoras en la antigua vivienda, disponiendo nuevas ventanas de doble y triple acristalamiento.
Además de las medidas tomadas en relación a la eficiencia energética, el proyecto destaca por las instalaciones dispuestas con el objetivo de minimizar el consumo de agua, contando con dos tanques de almacenamiento de agua subterránea de 5.000 litros y reutilizando las aguas grises para el riego del jardín.
Los materiales escogidos para los acabados también destacan por ser ecológicos y colaborar en la eficiencia energética, en la calidad del aire interior, etc. Es el caso del acabado exterior del cerramiento, compuesto por listones de madera tintada de origen autóctono, o las pinturas de bajo VOC (compuestos orgánicos volátiles, perjudiciales para la salud) utilizadas en algunos de los paramentos interiores, puesto que en otros el cerramiento de tierra apisonada queda visto.
Imágenes: Amorfo
https://emedesign.com.au/project/passive-butterfly/