La villa Tarika de Bricolo+Falsarella se concibe como una estrategia de desaceleración para conseguir experimentar la intensidad del paisaje en una obra donde el sentido de pertenencia es fundamental
Situada en el turístico Lago de Garda, se alza la villa Tarika formando parte del paisaje que la rodea. Construida con la piedra local, su exterior de roca tosca se funde de forma natural y discreta con un entorno caracterizado por las montañas, rocas y laderas del mayor lago italiano. El material lítico mantiene una continuidad cromática con el monte Luppia detrás de la casa y con la orilla del lago.
Los arquitectos Filippo Bricolo y Francesca Falsarella, durante años, trabajaron de forma específica realizando proyectos de restauración. Esta experiencia se traduce ahora en la importancia de la materialidad en sus obras donde el sentido de pertenencia es fundamental.
En la villa Tarika, un muro de piedra local abraza el edificio de forma orgánica y guía la mirada hacia la Rocca di Garda, del antiguo término warda, guardia, que significa una invitación a la observación como génesis tanto del proyecto como del lugar.
Todas las obras del estudio tienen una importante base teórica y este proyecto es un ejemplo de ello. Según Bricolo: “vemos la arquitectura como una advertencia crítica. Nos encontramos en un momento en el que estamos rodeados de un overbooking de datos e imágenes, por eso necesitamos una arquitectura lenta, que a través de sistemas narrativos igualmente lentos, te haga consciente de lo que estás mirando”.
En consecuencia, para volver a ver o experimentar la intensidad del paisaje es necesario frenar y la Villa Tarika se concibe como una estrategia de desaceleración.
Los espacios de la villa consiguen hábilmente una vuelta a la lentitud utilizando un mecanismo basado en la alternancia de zonas con vistas al paisaje y momentos de reducción de las vistas. De esta manera se crea un descubrimiento continuo del contexto que conduce hacia el tiempo lento necesario para tomar consciencia del lugar y contemplar la naturaleza.
Desde el exterior, la Villa Tarika se presenta como un elemento sin vistas al lago, cerrado por un gran muro de piedra y un muro de lamas verticales. Entrando por una pequeña abertura se accede al primer piso a través de un espacio de transición entre el interior y el exterior. Aquí, se suceden una serie de miradores que enmarcan diferentes visuales del paisaje y sus elementos naturales como la Rocca di Garda, el Monte Luppia o los bosques de árboles. De esta manera, a través de las vistas parciales, el visitante obtiene adelantos del paisaje del lago. Éste no se manifestará en su totalidad y de forma abierta hasta llegar a la planta baja del edificio.
Las figuras de invitación y, al mismo tiempo, negación son utilizadas de forma recurrente en la arquitectura de Bricolo+Falsarella con la intención de proponer una crisis.
Incluso en el interior, se mantiene la alternación rítmica entre espacios de sombra y espacios de luz. En el ingreso, un gran ventanal ofrece vistas al lago y a la sala de estar inferior, mientras un tragaluz permite una evocadora entrada de luz hacia el centro de la casa.
Los muebles e interiores revestidos en madera del típico castaño de la zona, reproducen los colores del paisaje: el azul grisáceo del cielo y el verde apagado de los árboles, creando una sutil sombra en el interior que enaltece la belleza del diseño. En este gusto por explorar la relación entre la sombra, lo tenue, el contraluz y la semipenumbra se percibe una ligera inspiración oriental que recuerda el manifiesto sobre la estética japonesa escrito en 1933 por Junichiro Tanizaki, el elogio de la sombra.
En palabras de Bricolo: “si alguien me preguntara a qué trabajo me dedico, respondería que proyecto penumbra. Porque tras el hybris del movimiento moderno, buscamos la imperfección de los materiales y la penumbra, el defecto, la humanización”.
Bricolo + Falsarella
Escrito por Aina Pérez i Verge desde TURÍN
Fotografías Atelier XYZ