“Arquitectura es cosa de arte, un fenómeno de emociones, que queda fuera y más allá de las cuestiones constructivas. El propósito de la construcción es mantener las cosas juntas y el de la arquitectura es deleitarnos.” Le Corbusier. La Casa B.I. se convierte en un referente de vivienda de campo en clima cálido que encaja a la perfección con la definición del gran arquitecto mencionado anteriormente
Los proyectos fruto de simples operaciones compositivas y elementos arquitectónicos armoniosamente entrelazados, con el fin de conceptualizar en llenos y vacíos experiencias únicas, que permiten durante los recorridos y en las zonas de permanecía evocar sensaciones y emociones al usuario, son como decía Le Corbusier “…cosa de arte, un fenómeno de emociones, que queda fuera y más allá de las cuestiones constructivas… el propósito de la… arquitectura es deleitarnos”.
Ubicada en Mesa de Yeguas, Colombia, y construida en el 2017, la Casa B.I. se convierte en un referente de vivienda de campo en clima cálido que encaja a la perfección con la definición del gran arquitecto mencionado anteriormente. El objeto de 460 metros cuadrados se dispone en un lote triangular en el cual las diferentes curvas de nivel se proyectan en la dirección del límite suroccidental y ascienden hacia el nororiente.
La pieza se proyecta paralelamente al recorrido del sol, lo que permite en medio de un entorno lluvioso, de altas temperaturas y rico en naturaleza, que las diferentes áreas del programa arquitectónico se protejan de los rayos directos, a excepción de la piscina, la cual se dispone de tal forma que tiene incidencia de éstos durante todo el día. Asimismo, este gesto permite aprovechar al máximo el paisaje, procurándole a los diferentes espacios, plataformas y balcones de la cara posterior de la composición vistas estupendas.
El aprovechamiento de la morfología del lote se ve reflejado también en la decisión de ubicar las zonas de servicio a un nivel inferior de la plataforma principal, permitiéndole a ésta ser mucho más abierta y tener una gran fluidez espacial. Empero, el diálogo con la topografía no es el único lineamiento proyectual protagonista: la vegetación y el agua complementan cada atmósfera de la edificación; por ejemplo, la piscina se construye perfectamente alineada con un imponente árbol Samán que al anochecer se refleja perfectamente en ella.
Otro lineamiento fue la creación de un hito dentro del conjunto: el gran muro de piedra se piensa como el pivote, el balance del todo, el elemento de enlace y de separación de los dos grandes cuerpos del tejido: el social y el de las áreas más privadas. Este muro tiene las dimensiones más altas y largas de toda la casa y a medida que las plataformas descienden -aunque la diferencia de nivel no es mucha entre ellas- el muro es más notorio, aunque siempre mantiene su altura.
La planta principal es un juego entre ortogonalidad, volúmenes y naturaleza. La ortogonalidad viene marcada por los muros de contención que parecen envolver los diferentes espacios y se compone rigurosamente de forma paralela y perpendicular de orienta a occidente. Ésta solo se rompe por la diagonalidad existente al ingreso de los parqueaderos y con el giro del volumen de las zonas privadas al pasar por el hito; giro que responde al aprovechamiento máximo de las curvas de nivel.
El usuario ingresa al proyecto por medio de la zona de parqueaderos la cual conecta por medio del puente de acceso, acompañado de un importante espejo de agua, con un patio del cual se puede contemplar el interior del volumen social debido a la carencia de grandes cerramientos. Por medio de las escaleras exteriores principales, que toman identidad gracias al muro compositivo, la persona se puede dirigir tanto a las zonas sociales como a las áreas íntimas. Si decide descender se encuentra con un amplio espacio que permite apreciar de una vez la sala, el comedor y la cocina principal; entre muros se encuentran la cocina de apoyo y el baño social. En la plataforma inferior se encuentra la piscina y el jacuzzi y permite llegar al nivel más bajo donde se encuentran todas las áreas de servicio. Por el contrario, si el usuario escoge ascender por las escaleras principales, llega a un corredor que dirige a las tres habitaciones con baño, a un patio y a la sala de televisión.
La limpieza de la arquitectura se traspasa a la selección de acabados. Las fachadas de los volúmenes acogen al color verde Ciprés que se disipa en las tonalidades propias de la vegetación circundante. Por su parte el piso adquiere una materialidad de piedra caliza española la cual debido a sus características -tonalidad sobria y porosidad ligera- genera una atmósfera de reposo y claridad y le permite tener una temperatura estable a lo largo del día. El muro intermedio, al igual que los de contención se envuelven de piedra, armonizando con el entorno. Por último, se establecen ciertos espacios – como la cocina y la piscina- que se visten del color negro, el cual contrarresta con los demás acabados y genera efectos visuales como el reflejo.
La Casa B.I. se desarrolla a partir de diferentes lineamientos proyectuales que permitieron el diseño y construcción de un ejemplo de arquitectura de vivienda para clima caliente. El correcto diálogo con la topografía y los elementos naturales, la implantación de piezas arquitectónicas claves dentro del conjunto, el juego con la materialidad, entre otros, la convierte en la obra de arte que debe ser la arquitectura.
Escrito por María Carla Flórez Jiménez desde BOGOTÁ D.C.
Fotografías de Simon Bosch Photography