Vacaciones en "no lugares"

Ensimismados complejos turísticos salpican hasta los lugares más remotos

Viajar a latitudes más cálidas en los meses invernales, a la isla más remota posible, pero alojándonos con todo el confort. Escapadas que se prometen idílicas.

El personal del hotel recibe con sonrisa y su nombre de pila en una chapa prendida a la camisa. La estadía será confortable porque todo está diseñado para que nada produzca inquietud ni sorpresa. Espacios fácilmente circulables y un sinfín de cartelería y señalética para que no deambulemos ni 5 metros. El menú, traducido a 5 idiomas y con comida internacional. Las incidencias se resuelve a través de dispositivos electrónicos que configuras en tu propio idioma en un par de clics.

El visitante que se lanza a dar un paseo fuera del recinto pronto repara en que el lugar donde se hospeda es una burbuja al margen del orden cultural o social del territorio que lo rodea, un refugio ideal para que no apetezca salir. Es difícil para el turista de resort crear ninguna relación transcendental fuera del hotel, el contacto con el destino no va mucho más allá de alguna instantánea tomada a un grupo de autóctonos en el mercado local.

Hotel Atrio en Cácedres, Mansilla + Tuñón. Fotografías de Luis Asín

En lo arquitectónico se da la espalda al tipo de construcciones locales en pro de una imagen “mediterránea” plagada de referencias geográfica o culturales genéricas. Edificios de nueva planta surgen de la noche a la mañana empleando sistemas constructivos que escapan de toda identidad específica y ejecutados a un ritmo frenético alejado de la cadencia de los paisanos. Una arquitectura aspiracional, de identidad neutra y ambiente impoluto que obvia las particularidades de las casas de los lugareños y que ensalzan una sensación de soledad e individualismo. Una arquitectura alienante con un lenguaje compartido en hospedajes en Punta Cana, el sur de Portugal o Canarias.

Hotel Amanguiri en Utah,  Rick Joy, Marwan Al-Sayed and Wendell Burnette. Fotografía cortesía de Amanguiri Resort

Este tipo de residencias vacacionales encajan en los definidos como no lugares. Aunque el término fue empleado por primera por Merli Webber en el año 1964, fue el texto escrito por Marc Augé en 1992 “Los no lugares, espacios de anonimato” el que lo popularizó. Se emplea para referirse a esos espacios de paso propios de una sociedad sobremoderna que se caracterizan por inauténticos, repetitivos e impersonales.

Casa no Tempo, Aires Mateus +  João e Andreia Rodrigues. Fotografía Nelson Rodrigues

Los no lugares no son históricos ni relacionales. Rehúyen cualquier vínculo a su situación geográfica, tan crucial en la conformación de una identidad. Una construcción nace en una calle de un barrio, con un clima y un paisaje determinado, con una vegetación y una cultura llena de ritos.  El lugar por habitar es un imaginario construido y la idea arquitectónica no debería sustentarse sobre un principio de tabula rasa, de negación total del contexto.

Benesse House Museum en Naoshima, Tadao Ando. Fotografía de Tomio Ohashi

¿Cuál es la razón de existir de estas tipologías? ¿De veras responden a la demanda del viajero? Quizás es ese concepto clásico de trotamundos el que ha cambiado, entendido como persona curiosa con hambre de aventura. Quizás lo que ahora se persigue es hacer acopio de fotografías bonitas a menudo huérfanas de vivencias.

Se pierde la riqueza del intercambio con el terreno, la efervescencia de la relación con el espacio público, los olores y sonidos. La singularidad que es, en definitiva, por lo que vale la pena desplazarse.

En las antípodas de este tipo de alojamientos, los proyectos que se apropian del entorno y ponen en valor lo idiosincrásico y genuino de su emplazamiento, como la Casa no Tempo (Aires Mateus+ João e Andreia Rodrigues), el Hotel Atrio (Mansilla+Tuñón), el Amanguiri (Rick Joy, Marwan Al-Sayed y Wendell Burnette), Benesse House (Tadao Ando) o el Hotel Coqui Coqui (Francesca Bonato y Nicolas Malleville). 

Hotel Coqui Coqui, Francesca Bonato + Nicolas Malleville. Fotografía cortesía de Coqui Coqui

Escrito por Cristina Pino, desde OPORTO
Fotografías de Luis de Asín, Amanguiri Resort, Nelson Rodrigues, Tomio Ohashi, Coqui Coqui